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Rake & Ruin

Es en verdad que Rake & Ruin está lejos de ser una fragancia que puedas llevar, pues no es tal, sino más bien una experiencia olfativa que trata, como nos cuentan aquellos que pergeñaron esta obra, de reproducir las escenas de degeneración que el pintor William Hogarth plasmó en una serie de óleos donde arrojaba al espectador la miseria de las viejas tabernas del Londres georgiano, lugares de corrupción moral donde fluía la ginebra barata,y alternaban rudos marinos de manos encallecidas, con rameras sifilíticas, borrachuzos y lacayos de la más baja estofa.

Este poderoso perfume (concentración del 30%), reproduciendo lo que nos cuentan en la página de Beaufort, presenta los ingredientes botánicos de las bebidas que escanciaban sin medida en los vasos de arcilla y las copas leñosas, mojando las maderas oscuras del mugriento piso pegajoso, todo mezclado con el sudor de los parroquianos y los perfumes baratos de las fulanas, ahí es nada. Y por todos los demonios del mundo que consiguen lo que se proponen, porque oler esta mezcla brutal nos traslada de un plumazo a una de aquellas tabernas portuarias infames de gargantas regadas con cervezas amargas y vinos del país, añejados en barriles de bolondo que se dejaban reposar en el fondo marino durante lustros, para luego recogerse, cuajados de costras y orejas de mar que impregnaban la madera y enriquecían los caldos con sabores singulares, remembranzas de tempestades marinas y aguas embravecidas de sales agostadas.

¿Y cómo me imagino yo ese lugar? Pues estrecho, cual féretro, pues es la forma que asemeja, tal si quisiera acoger en su interior a los parroquianos como el catafalco recoge los huesos de los difuntos. Su único salón, siempre atestado de atribulados personajes y visitantes variopintos, está adornado con toda suerte de elementos marinos, descolgándose de sus techumbres acanaladas jarcias y aparejos. Hay incluso en mitad de la sala, en el suelo, una línea de crujía que separa el espacio longitudinalmente, como si fuera un navío embarrancado en los bajíos inhóspitos de un lugar que no le correspondiese, y el suelo la cubierta del bajel. A cada lado de la misma se desparraman mesas ordenadas, cada una de ellas dispuesta con cabos y obenques que permiten alzar las mismas hasta el techo para despejar la cubierta y limpiar con desahogo. Aquí y allá hay trampillas que comunican con el sollado y la sentina, que sirven de almacén y reservado en la carena sumergida. Las paredes del lugar están compuestas de tablones de madera superpuestos, como las tracas en tingladillo de un buque con su alefriz que lastra las rodas, quillas y codastes que son como cavidades que sirvieran para sepultar la sed del borracho, tachonados de estrellas de mar resecas, peces globos disecados erizados de púas y equipados con luminarias interiores de aceite de pescado oloroso. Hay también boyas y boyarines de vidrio grueso de colores diversos, y varetas finas dobladas al albur de vapores ígneos, zapatas y zagas para medir la profundidad, nudos y amantillos de botavara y percha, y aparejos mil. Y entre todo… las camareras, que se mueven como marinos avezados, amadrinando las mesas con vino y arranchando los platos cargados de alimentos con el tino de un capitán sorteando arteros arrecifes, que son brazos gruesos como calabrotes que se agitan, y gritos, de parroquianos azocados a barlovento y sotavento.

Rake & Ruin huele a humo de pipa, tabaco mojado, ron y ginebra, tufos, maderas empapadas, pegajosas, vaharadas alcohólicas de esperanzas alicortadas, miasma sexual de deseo y embriaguez. Irrespirable. Inclasificable. Empero magnífico. Inabordable como fragancia. No se puede llevar sin convertirte en alguien muy especial, y para ello requieres de una personalidad tremendamente potente, y aún así, no sabría yo. No noto lo verde en la salida, sólo humo , y más humo, y ron barato, y otros aromas que están, pero que quedan ocluidos por esta fumarada tiznada excelsa y maderosa. Tal vez una tímida florecilla, que llevara una de las chica, aún virginal, sobre su cabeza grasienta. No lo sé.

Ni se les ocurra comprarla a ciegas.

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