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Literatura y perfumes

Lecter

El director Jonathan Demme contactó con el FBI, concretamente con la sección que mediada la década de los 80 se convertiría en la Unidad de Apoyo a la Investigación de Ciencia del Comportamiento, dirigida por John Douglas, con el propósito que el reparto de El Silencio de los Corderos conociera cómo funcionaba dicha unidad. En el interesante libro que escribiera el propio Douglas (y que posteriormente daría lugar a la exitosa serie de TV homónima producida por Netflix, Mindhunter), éste nos cuenta, con su estilo directo y prescindiendo de adorno, como afectó al actor Scott Glenn, que interpretaría el papel de Jack Crawford (inspirado a su vez en el propio y legendario Douglas) el visionado de fotografías de diferentes escenarios de crímenes especialmente terribles, así como algunas grabaciones realizadas por los propios asesinos mientras torturaban a sus víctimas. Douglas obligó a Glenn a escuchar la infame y tristemente famosa grabación de la tortura de una de las dos adolescentes de Los Ángeles brutalmente asesinadas por Lawrence Bittaker y Roy Norris en la parte trasera de una furgoneta. Para entonces Scott Glenn era un tipo bastante liberal con fuertes convicciones sobre la rehabilitación, la redención y la bondad esencial de los seres humanos. Glenn lloró desconsoladamente mientras escuchaba las cintas. Posteriormente, el actor, padre de dos niñas, se convirtió en un convencido defensor de la pena de muerte.

Como comprenderán, este no es lugar para discutir la idoneidad de dicha medida legal, pero esta anécdota, que aparece en las páginas 183-184 de la edición española de Mindhunter (Ed. Crítica), nos sirve para introducir al personaje cuyo apellido nos ha servido para titular la entrada que están leyendo, que no es otro que el infame doctor Hannibal Lecter, creado por Thomas Harris, y llevado a la gran pantalla por Demme en El Silencio de los Corderos, y posteriormente tratado en otras novelas y largometrajes, dirigidos por Mann o el propio Ridley Scott. Y llegados hasta aquí, de seguro que ustedes se preguntarán por las razones. Pues bien, si han leído las novelas de Harris o visto alguna de las películas basadas en sus obras, sabrán que Lecter es un personaje de gustos refinados, extremadamente inteligente, tanto como malvado y retorcido. Este cúmulo de virtudes y nefandas desviaciones coadyuvan a entretejer una personalidad atrayente, que provoca tanto interés como rechazo, inquietud y espanto.

Lecter es una suerte de hedonista, egomaníaco, narcisista, dotado de una agilidad y penetración mental que roza lo preternatural, tal vez demasiado perfecto, como afirma Vicente Garrido, autor de El Psicópata (Ed. Algar). Y aparte de todo esto, y entre otras muchas pulsiones intelectuales, al doctor le encantan los perfumes. Recordemos cuando, en una de sus primeras visitas para entrevistar a Lecter, éste, con su tono pausado y su mirada abisal, le dice a una asombrada Clarice: usted usa crema corporal Evian, y en ocasiones L’Air du Temps, pero no hoy. Lecter acertaba, como en todo lo demás, instilando el miedo en el corazón de la joven investigadora, así como otros sentimientos que aflorarían más adelante en la saga novelada, para desencanto de no pocos seguidores, entre los que me incluyo, y que prefiero no desvelar para no malograr su experiencia caso que no hayan leído suficiente. Lo más curioso de todo, es que la famosa frase que he reproducido ha impulsado creativamente a un hombre como Filippo Sorcinelli a pergeñar un perfume evocando este suceso y, por supuesto, al propio Hannibal Lecter. Este perfume es But_Not_Today de Unum, y fue presentado en el mismo Palazzo Capponi del que un poco más adelante hablaremos, incluyendo un pequeño concierto, interpretado por el propio Sorcinelli tocando piezas de Vivaldi. Según he podido saber, porque a fecha de hoy no he probado esta fragancia, cosa que espero remediar pronto, la misma se compone de 47 elementos, incluyendo acordes florales y metálicos, animálicos y de cuero.

Hay otras muchas referencias a perfumes en las novelas, pero nos quedamos con otra harto interesante, y que tiene lugar en Hannibal, el origen del mal, cuando el personaje, viviendo en Florencia bajo la identidad falsa del doctor Fell, y ejerciendo de conservador del patrimonio artístico de los Capponi desde su Palazzo Capponi delle Rovinate, visita la mundialmente famosa Farmacia de Santa María Novella (sita en el número 16 de la Via della Scala) para comprar Sappone di Mandorle, el célebre jabón de almendras, y enviárselo a Clarice. Para Lecter, la vieja farmacia, quizás la más antigua del mundo, con más de cuatro siglos de actividad continuada, es el lugar del mundo que mejor huele. Y debiéramos hacer caso al doctor, pues yo mismo puedo atestiguarlo, como más adelante explicaré. Además, en la farmacia crean perfumes por encargo, y Lecter compone uno especial para perfumar las cartas que remite a la agente del FBI, cargado con un excelente ámbar gris natural. Posteriormente, Clarice, gracias a los expertos de Guerlain, logra descifrar el código olfativo de la fragancia presente en la misiva que la lleva tras la pista del doctor a orillas del Arno.

Como les decía, puedo aseverar que penetrar en el salón principal de la vetusta farmacia florentina es una de las más agradables experiencias olfativas que he disfrutado nunca. Pude en uno de mis viajes, ya hace algún tiempo, acercarme a la misma y curiosear, hasta comprar alguna cosa. Saben, incluso, después del éxito de la película y novelas, hay quien dice que tienen un perfume especial denominado Profumo di la Lettera di Clarice, que resulta deliciosa, pero yo no la vi en su día, así que no podría decirles (siempre hay mucha gente en el lugar, e intento evitar las aglomeraciones). En realidad creo es una mera invención. Lo que sí sé, porque me traje una botella, es que poseen algunas de las mejores colonias cítricas del mundo, prueba de ello es su legendaria Acqua, que como ellos mismos explican, es la fragancia más antigua de la Officina Profumo Farmaceutica di Santa Maria Novella. Se trata en efecto del perfume que Catalina de Médici encargó a los frailes dominicos en 1533 y que emplearía en Francia con motivo de su boda con Enrique de Valois. Y es esta precisamente la que yo adquirí. Y estoy seguro que es la que empleó Lecter en realidad para perfumar sus cartas a Clarice, mientras escuchaba Vide cor meum

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  1. Violeta

    Uauuu! Me ha encantado el texto. Efectivamente el Doctor Lecter provocaba en nosotros sentimientos de horror a la vez que de atracción, por lo menos en mi caso. Y me parece muy interesante que hayan creado una fragancia inspirada en la película, más bien en una de sus secuencias. Me encantaria saber cómo huele. El frasco es un poco sanguinolento, con ese tape tan rojo como si resbalaran sobre éste gotas de sangre. Cuéntanos a qué huele si un día lo pruebas.

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