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Nicho

Tyrannosaurus Rex, de Zoologist

Creo que ningún otro podría haber conjugado estilo y talento suficiente para construir esta fragancia, que es en realidad un constructo metafórico, más bien un artefacto alegórico, una interposición agresiva de la más salvaje imaginación. Sí, de no ser Gardoni, ¿quién demonios podría haber creado la fragancia de un tyrannosaurus rex? Muy pocos. Antonio, arquitecto de profesión, es una maestro en la yuxtaposición de texturas, materiales y acordes, con un proceso creativo dominado por la independencia y la libertad, que pergeña mediante su capacidad de substraerse, de dejar a un lado lo obligado para aferrarse a lo imaginado. Prueba de ello podríamos hallarla en otras de sus obras, destacando MEM, que es su catedral olfativa más compleja y conseguida, mucho más quizás, y en mi opinión, que esta oda cretácica. MEM es un florilegio literario de silvas arromanzadas, que son acordes, de lavandas en taxones variados y ubérrimos, pesados y crasos como los pecados del mundo. Su abigarramiento es tal que no es posible acotar sus estrofas.

En T-Rex encontramos este marchamo de su autoría, el abigarramiento que decía yo característico de sus fechorías. Barroco, sobrecargado, pero nunca chillón. He leído y escuchado muchas cosas con respecto a esta fragancia de Zoologist, no pocas de ellas sin ningún sentido, cuando no exageraciones basadas en una percepción que trata de acercarse al tropo de la criatura en lugar de la realidad del producto. Entiendo esa pulsión que a veces nos lleva a dar rienda suelta a nuestra efusividad, yo mismo caigo en ello reiteradamente, pero a veces no es necesario. De hecho creo que esta no es la fragancia más extrema de la línea del señor Wong, encuentro otras mucho más «virulentas» en su concepto, como Quid o Bat (y su polarizante uso de la nota de geosmina, que me resulta desagradable en ocasiones). T-Rex, y esto resultará poco menos que herético para algunos lectores, no trata de encapsular el olor del voraz dinosaurio tras haberse zampado a un anticuario y su sobrino, sino más bien el ambiente que lo rodeaba, más concretamente la paleobotánica del periodo. De hecho, Tyrannosaurus Rex es en esencia una composición floral feral, como un buqué gargantuesco de amorphophallus titanum (la flor cadáver) exudando un olor aceitoso de alcohol bencílico (ylang ylang), indol (jazmín), fenol (acordes «animálicos»), rodeado a su vez por tachones de rafflesias de vivos tonos escarlatas, y todas las flores carnosas y salvajes que medraran otrora, allende las eras. Además, si me permiten la digresión científica, y deben hacerlo porque, hábilmente, en la narrativa de la marca hacen una referencia indirecta al fenómeno, que yo les amplío a continuación, y es que resulta que en el periodo cretácico concretamente, cuando reinaba el T-Rex, se produce el inicio de la lenta transición de las gimnoespermas a las angiespermas, es decir: de las plantas vasculares productoras de semillas a las plantas florales. Es pues el cretácico la fase en el mesozoico donde nace la flor, tal como hoy la conocemos, dominando a otras especies, y marcando el declive de las cícadas y el ocaso de las bennettitales. Flores cretácicas, pues, y, entremedias, el brutal carnosaurio.

Es evidente, resultará así al menos para todos aquellos de ustedes que se preocupen en experimentar con calma la evolución de esta maravilla, que en la misma encontramos en su secado un conglomerado que puede resultar difícil de destripar, discernir o separar. Básicamente es un logrado acorde resinoso, amaderado verdoso con un deje químico untoso dominado por el enebro y el abedul, con una vis dulce balsámica, que puede sugerirnos el olor de la brea. Todo ello conjugado crea esta bien orquestada experiencia olfativa, sorprendente cuando no fascinante.

No veo yo razón alguna para no atreverse con Tyrannosaurus Rex. No es una fragancia fácil, desde luego, y hay que probarla antes de lanzarse a adquirir una botella, pero creo que merece la pena. Yo, personalmente, no elijo mis fragancias para gustar a terceros, para procurarme cumplidos o nada semejante, las selecciono simplemente porque me gustan a mí, y lo que piensen los demás no me importa un ardite. Tyrannosaurus Rex me gusta, me encanta, y su uso despiadado e indiferente es un canto a mi individualidad. Como la chaqueta de piel de serpiente de Nicolas Cage en Corazón Salvaje.

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  1. Eddy

    Gran reseña,la. Ya” invita a probar aún más…y mejor,esta fragancia, y esta experiencia “que de primeras” parece difícil..pero me gustan los retos…que así sea…y mi opinión,te haré llegar…y deseo de adquirir una Zoologist que evoque y refleje su nombre… De verdad,no solo un. Libre en una botella, sino que cierres los ojos y te transporte..ésta puede ser una buena candidata, que ocupe un sitio en mi colección personal.
    Gracias por el acercamiento

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