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X SE’ DISCOVERY KIT de Filippo Sorcinelli

No es la primera vez que hablo en este lugar de las creaciones del señor Filippo Sorcinelli, sin ir más lejos escribí una extensa reseña de una de sus creaciones, Contre Bombarde 32, una fabulosa e inspirada composición de incienso. También traté, aunque de soslayo, de manera tangencial, otro de sus perfumes, but_not_today, del que puede que hable otro día, aunque mi interés por el mismo ha decaído mucho de un tiempo a esta parte. Por si fuera poco me declaro enamorado de Opus 1144, que tengo por su obra más lograda. Así que, visto mi interés, comprenderán que hube de acercarme sin dilación a esta nueva propuesta, su línea X SE’, compuesta por cuatro fragancias: cruising-area, slightly-b!tch, popper-pop y cyber-sex. En fin, vistos los nombres, y el obvio juego de letras que nomina a esta nueva línea, resulta evidente la temática. Ya otro día hablamos de la campaña promocional que ha realizado el perfumista en sus redes, bastante… inclasificable. En fin, era un poco escéptico, una vez que supe de la narrativa de estas cosas, pero mi curiosidad es innata, y me hice con un discovery set nada más estrenarse en la página web oficial de la casa. Y bueno, hará unos días llegó y pude probar tranquilamente las cuatro fragancias y aquí tienen unas pocas ideas que me han surgido cuando testeaban las mismas.

Primero de todo, debo admitir que lanzar cuatro nuevos perfumes de una tacada es poco menos que un desafío. Ya sabemos que la tarea de elaborar una buena fragancia es un proceso que puede dilatarse meses enteros, incluso años. No sé cuánto tiempo habrá tardado Filippo en pergeñar estos modernos prometeos, pero me da que no ha sido mucho. Los encuentro deslavazados, como inacabados, inconclusos sin pulir, presentes aún con las rebabas metálicas del proceso de desmoldado. O más apropiadamente, si me permiten otra de mis digresiones: como una suerte de constructos animados compuestos por miembros amputados, rehechos, recosidos, con las líneas de sutura aún supurando y que apenas se sostienen. Son un trasunto nefario de un gólem de carne, como la criatura de Frankenstein, y por ello decía yo aquello de modernos prometeos: son autómatas truncados, descabalados, simulacros de perfume.

A lo mejor era la idea original del director creativo para con estas novedades, quiero decir, ofrecer un producto disparejo, urgido, tal vez abreviado, como síntoma y mal de esta sociedad apremiada, acuciada por la efímera inmediatez de la líquida realidad, donde apenas las relaciones humanas duran un click, un parpadeo en la pantalla de nuestros smartphones, un mensaje entrecortado de deseos alicortados (primera rima interna). Si fuera así, sería toda una maravilla, obra de un genio alocado y excéntrico, que ora confecciona casullas para el clero romano, ora construye alucinaciones sensoriales de porno cutre. Ustedes deciden…

La primera que probé, slightly-b!tch, resultó ser la más formal (aquí falla la dirección artística), también normal, inofensiva fragancia ligeramente dulce, con dejes florales, reflujos amaderados y poco más. Algo insulsa, de bordes romos, con un acorde de cuero chabacano, que creo que era la pretensión del artista. No está mal. Nada especial.

Popper-pop es peor. Inclasificable cosa que flota alrededor con insidia meliflua. Dulzona, pesada, aguzada y punzante. En el secado mejora, cuando lo que sea que tenga floral domina la frutal y brutal salida molecular (segunda o tercera rima interna, me voy a superar). Maderas melosas. Ambientador de restaurante chino de extrarradio.

Debería evitar las rimas internas, pero no soy novelista. A otro perro con ese collar.

Cruising-area es vetiver y pachulí. Punto. Derivativa. Ya hemos olido esto muchas veces. Se parece a Incident Diplomatique, de Jovoy, para que se hagan una idea. No está mal ejecutada, pero ya hemos estado ahí otras veces, en ésa misma área de descanso, haciendo cruising con mamporreros mejor dotados.

Y me dejo la más nefanda, terrible y agresiva para el final: cyber-sex. Me provocó un dolor de cabeza casi instantáneo. Metálica criatura perversa. Un miasma magistralmente compuesto por un auténtico genio del mal. Bravo. Podría ser la fragancia firma de un villano de una película de James Bond, o de su copia de Bollywood, con bailes incluidos y extras desharrapados.

En fin, llegados hasta aquí, les animo a que las prueben y saquen sus propias conclusiones. Y si no están de acuerdo conmigo, señálenlo para mi escarnio público. Las fragancias vienen presentadas en unas bonitas y originales botellas, en concentración de extracto de perfume en roll-on a un precio de 130 euros para 30 ml (vamos, a precio de sangre de unicornio albino).

Otro día, que va a ser que no, hablamos de la narrativa de las fragancias. Es deliciosamente embrollada, tanto que sospecho que contiene mensajes ocultos para comunicarse con células durmientes de los Illuminati o lunáticos del Palmar de Troya. Y después de esta crítica, me van a mandar un escuadrón de la muerte… pero en andrajoso, trapisondista y milenarista (otra rima interna, y ya es la última porque me voy a ver porno del bueno).

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