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Nanban, de Arquiste

Nuevamente, estamos ante una de esas fragancias que me atrapan por su narrativa, resuelta de manera inteligente, aportando interés, descubriéndonos facetas sugerentes de la historia, que nos impelen a investigar y nos aportan, sugieren y, quizás lo más importante para mí, nos evocan y asisten para imaginar, escapar de algún modo de nuestra realidad átona y viajar a otra época, otro tiempo, otro lugar, otra cultura, otra gente, otra vida.

Nanban, según podemos aprender en la página oficial de Arquiste, es una fragancia oriental amaderada, embriagadora nos comentan, descollando una salida sensual y especiada, proemio de un corazón exuberante ahíto de de un robusto y elegante incienso (mi nota favorita junto al nardo). Nanban fue creado por el perfumista Rodrigo Flores-Roux, y su narrativa evoca el incipiente comercio entre Asia, Europa y América durante el siglo XV. Rodrigo ha creado muchas de las fragancias de la casa estadounidense Arquiste, amén de cientos de perfumes para muy diversas marcas, destacando su dominio de los acordes florales. Si bien es cierto que no está entre mis perfumistas de referencia, es todo un peso pesado, trabajando actualmente para Givaudan, si no recuerdo mal (se acordarán de lo que explicaba y dejé por escrito en mi reseña sobre Kenzo Homme Intense y los profesionales trabajando para el gigante suizo, entre los que destacaba a Bisch). En fin, si les soy sincero, aunque suene poco menos que herético, cuando no estúpido, porque un perfumista es al perfume lo que Dios a la Creación (perdón por la blasfemia), aquí, en este caso, me quedo con la narrativa: es soberbia. No quiero decir con esto que el perfume propiamente dicho le vaya a la zaga, porque también es estupendo, de no ser así no me molestaría en reseñarlo. Lo que vengo a decir es que, para variar, en esta casa tenemos un buen director creativo, que adorna las composiciones del perfumista con una historia sugerente, una tramoya móvil que nos enseña ora la atiborrada bodega de un bajel, ora las cajas de madera oscura conteniendo los más valiosos pertrechos, todo ello envuelto en una historia verosímil con referencias históricas la mar de interesantes. Y es así como el trabajo, profesional y cuidado del perfumista, por mor de una dirección creativa hábil, cobra una dimensión adicional, enriqueciendo la experiencia y tornando más interesante si cabe el resultado final. Imaginen pues el trabajo de Sheldrake ayuno de la genial pericia creativa de Lutens, su legado hubiera sido bien diferente; ambos combinados, bien avenidos, pergeñaron una de las líneas de perfumes más inmarcesible, completa y sobresaliente de la historia de la perfumería moderna, es decir: cuando unimos a un perfumista genial con un director creativo igualmente fabuloso.

El periodo de la historia de Japón que comprende desde la llegada de los primeros europeos (oriundos de Portugal) en el año 1543, hasta su expulsión casi total del archipiélago entre 1637 y 1641, con motivo de la promulgación del edicto de expulsión del «Sakoku», es conocido como Periodo Nanban o Comercio Nanban. Estos años de descubrimiento y florecimiento comercial comenzaron con la llegada de los primeros exploradores portugueses, misioneros y comerciantes durante la era Sengoku, estableciéndose las primeras rutas comerciales de larga distancia conectando el Japón feudal con la Europa continental. Este intercambio resultaría en un enriquecimiento cultural notable, incluyendo la introducción de no pocos artículos y mercaderías desconocidas en el país asiático, como azúcar refinada, armas de fuego de mano (arcabuces), armaduras militares (corazas o égidas), arte decorativo y culinario (son los portugueses los que introducen el rebozado en tempura), técnicas de construcción naval occidentales e incluso los primeros misioneros cristianos. El comercio de nanban disminuyó a principios del período Edo con el surgimiento del Shogunato Tokugawa que temía la influencia del cristianismo en Japón, particularmente el catolicismo romano de los portugueses. Tokugawa emitió una serie de políticas de Sakoku que aislaron cada vez más a Japón del mundo exterior y limitaron el comercio europeo a los tratantes holandeses en la isla de Dejima. A modo de aclaración, Sakoku viene a significar el periodo de aislacionismo promovido por Tokugawa, durante el cual, nadie, fuera extranjero o japonés, podía entrar o salir del país bajo pena de muerte. Estuvo en vigencia desde 1639, cuando fueron expulsados de Japón todos los extranjeros europeos, particularmente los comerciantes y misioneros católicos provenientes de España y Portugal que habían llegado a las islas japonesas en gran número durante la segunda mitad del siglo XVI.

Barcos nanban arriban a Japón para comerciar

Como decíamos líneas arriba, este provechoso intercambio coadyuvaría al desarrollo y enriquecimiento de ambas culturas, propiciando avances considerables. De hecho, gracias a las innovaciones tecnológicas navales introducidas por los marinos españoles y portugueses (en realidad la palabra nanban servía en su día para referirse a los individuos provenientes de España o Portugal). Tal es así que el shogunato promovió la construcción en sus atarazanas de un nuevo tipo de embarcación comercial conocido como bajel de sello rojo, con elementos propios de las carracas portuguesas que navegaban por el este y el sudeste de Asia para el comercio. Estas naves incorporaron también muchas innovaciones de diseño de los galeones, como velas, timón y disposición de las armas de defensa. Para finales del siglo XVII, el shogunato había construido, generalmente con la ayuda de expertos extranjeros, varios barcos de diseño puramente nanban, como el galeón San Juan Bautista, que cruzó el Pacífico dos veces en embajadas a Nueva España (México).

Bodega de un galeón

Pues bien, nuestra fragancia, que toma el nombre de este periodo histórico tan interesante, trata de recrear el olor del cargamento de una de estas naos niponas de sello rojo o shuinsen. En sus bodegas se amontonaban cajas bien estibadas y trincadas rebosantes de pimienta negra de Malabar (India) con su aroma torrefacto y azucarado; azafrán de Persia cultivado en Derbena y Isfahán que ya empleara otrora el propio Alejandro el Grande para enriquecer sus infusiones; el mejor té del mundo para realizar el ritual chanoyu; cuero repujado y engrasado cortado en hojas y tintado con taninos vegetales y corteza, pulido y esmerilado; resina de mirra e incienso; fragante sándalo y osmanto; café en grano obtenido de comerciantes holandeses (los primeros en introducirlo en Europa); todo ello amalgamado con el olor de las maderas nobles empleadas en la construcción del galeón, del codaste a la cubierta, de la sentina a la cofa, de proa a popa, el roble de occidente, el guachapelí, el limoncillo, el mangle o la cedrela de las Indias; y la resina del calafateado, la brea negra y la pólvora de las culebrinas y cañones del sollado. Toda esta maravilla olfativa, conjugada por el verbo de una narrativa resuelta y la pericia de Flores-Roux, conforman una experiencia fragante de una elegancia sublime donde destaca el cuero, que lejos de su ampulosidad habitual, se desenvuelve y mixtura con las notas especiadas arrojándonos a las oscuras bodegas de este bajel cargado de maravillas olorosas, complejas e intensas, que arroban el alma y recogen y calman nuestros sentidos, acunándonos hasta el sueño, un sueño preñado de imaginación y evocación. Sencillamente memorable. Mi fragancia de cuero de referencia.

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  1. ALTAICA

    No conozco este perfume pero tu artículo es magistral. Exquisito y refinado arte literario hablando sobre perfumería. Y con aún más mérito al ser un mundo en el que las referencias escritas son rara avis y las descripciones se me antojan harto difíciles. Escribir sobre lo etéreo es un malabarismo de introspección complejo. Podrías reflexionar en algún artículo sobre la educación olfativa, la evolución en gustos y registros, y la inevitable pérdida de los prístinos gustos naturales que hay que recordar siempre para no alejarnos del todo de una forma de primitiva verdad ancestral. En ese duelo nunca debería de morir nadie. No se si me explico, pues podemos pasar de lo básico al esnobismo y no creo que sea conveniente. Saludos

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