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Perfumes de diseñador

Sì, de Armani

No puedo decir que sea un mal perfume, de hecho la nariz detrás de esta composición, Christine Nagel, ha creado algunas obras maestras que admiro, Twilly (Hermès) sin ir más lejos. Si bien en éste último el jengibre contrarresta el dulzor de sus acordes florales otorgando un toque especiado chispeante y fresco, en Sì todo está diseñado para exacerbar dicho dulzor generando una sensación incómoda y cargante, a mi nariz. La combinación de freesia (puede conmigo), rosa y vainilla, más los sintéticos (ambroxan, entre otros), conforman un popurrí edulcorante demasiado intenso, invasivo, rozando lo hortera. Volumen de decibelios moleculares chillones, con demasiado peso. resulta recargada, excesiva, hipergólica e hiperbólica.

Con todo, es una creación muy bien diseñada que, en el momento de su lanzamiento, supo leer a la perfección el mercado y las tendencias del mismo en el ámbito de la perfumería de consumo (fragancias florales dulces, afrutadas, pesadas), ahormando una composición cuidada y exquisita, acompañada por una excelente campaña publicitaria protagonizada por la belleza clásica de Cate Blanchett. Poco después de su lanzamiento, allá por 2013, alcanzaría bastante éxito, cosechando además un buen número de «flankers» (algunos mejores que otros, aunque la mayoría intrascendentes). Y desde entonces, se ha mantenido en los lineales de los establecimientos, con mayor o menor fortuna, aunque siempre superado en ventas por otras fragancias.

Cate Blanchett, imagen de Sì para Armani

Recuerdo la publicidad de esta , donde se nos vendía la misma como la fragancia, y cito literalmente, para la mujer moderna, fuerte pero femenina, sofisticada pero carismática. Una mujer dueña de su destino, una mujer de éxito, trabajadora. Desde luego todo un mensaje aspiracional al que no tengo que añadir ni un pero, siendo un tanto convencional, nada original o rompedor. Pero está bien. El problema que le veo es que carece de empaque clásico, y si me apuran: elegancia. Para mí este perfume resulta demasiado chillón. Les pondré un ejemplo que tal vez venga al caso, pues se adecua en cierto modo al mensaje que trata de vender la narrativa de . Recordarán la mítica película Armas de mujer (Working girl, 1988), dirigida por Mike Nichols y protagonizada por dos actrices en estado de gracia por entonces: Sigourney Weaver y Melanie Griffith. En la misma asistíamos a la lucha de la valiente y corajuda secretaria Tess McGill (Melanie Griffith) por prosperar en la vida, a la sombra de su estricta y estirada jefa Katherine Parker (Sigourney Weaver). Si me permiten la comparación, siempre pensé en la joven y ambiciosa, empero sencilla y honesta Tess, algo hortera, vistiendo maravillosamente esta de Armani, mientras Katherine llevaría consigo la clásica e invasiva estela de Shalimar o Aromatics Elixir (en la película aparece, efectivamente, el mítico perfume de Guerlain). Pero saben una cosa, incluso bañada en , yo me quedo con Tess. En fin, que haya servido esta anécdota cinéfila no sólo para traer a la palestra esta magnífica cinta, sino también su maravillosa y «oscarizada» canción de entrada (con las Torres Gemelas al fondo), interpretada por Carly Simon, let the river run… Disfruten.

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  1. ALTAICA

    No sé, no sé la verdad. Ni la película, ni la canción me parecen nada del otro jueves y eso que estoy siendo bastante condescendiente. Y yo siempre me quedaré con la Weaver desde que la vi por primera vez en una de las escenas finales de Alien, cuando se pone el mono estando ella en ropa interior mínima. Y también con Shalimar pese a su exceso evidente propio de otros tiempos. Saludos y abrazos

    • Pedro Gil

      ¡Sí! La escena final en el módulo de escape, cuando Ripley descubre que el xenomorfo está en el mismo módulo. Sensacional. El diseño de la Nostromo es sencillamente soberbio, así como el del alien, de Giger. También el vestuario, especialmente los trajes eva.

      • ALTAICA

        La vi con mi padre, que era un apasionado de la anticipación en literatura y cine, y salimos acongojados. Un clásico mil veces repetido. También vi con él Metrópolis de Lang en la facultad. ¡Qué tiempos! Cuanto me acuerdo de él.

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