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Opinión

Perfumes eróticos y sicalípticos, 1ª parte

Desde tiempo inmemorial, la perfumería ha servido a muchos propósitos: desde los sahumerios fragantes de la antigüedad destinados a aplacar y complacer la caprichosa voluntad de la divinidad con el humo perfumado (per fumum); pasando por su empleo en rituales variados, ora en procesos de embalsamamiento funerario, ora en ceremonias de purificación, cuando no en complejos holocaustos religiosos. Empleamos toda suerte de fragancias para aromatizar espacios sacros, cuando no harenes y lupanares, baños y atavíos, unciones y masajes, ungüentos, pomadas y cremas. Ungimos con perfume los pies de un mesías, ecce homo; o la corona de reyes y emperadores, y a fulanas cuando no damas de alcurnia. A santos y pecadores. Al pobre y al rico.

Kyphi o Metopion, el incienso sacro judío del divino Tabernáculo, o la esencia de nardo indio empleado por María de Betania. El perfume de Cleopatra, Bakkaris. Los ungüentarii romanos. El bálsamo de Judea y los pajaritos de Chipre o el Agua de Hungría, o de Colonia y de más allá o acullá. Guantes y cuero perfumado, pañuelos y pelucas empolvadas de lavanda y almidón. Tabaco fragante. Ámbar gris y almizcle natural. Moléculas de nuevo cuño y una modernidad tecnológica para continuar una tradición y costumbre finisecular que acompaña al hombre como tal desde el albor de la Historia.

Detrás de la idea del perfume, de la fragancia aromatizada, siempre ha habido un deseo de trascender la realidad para alcanzar un estado de bienestar, ventura y dicha. Cuando no con fines religiosos, ceremoniosos o solemnes, bien con propósitos puramente epicúreos, hedonistas, sicalípticos. El sexo, la capacidad de atracción, de resultar agradable, accesible, siempre ha connotado una de las facetas más notables del perfume: su capacidad intrínseca para seducir y resultar seducido. Cautivar y arrobar al ser pretendido, al amado o añorado, y por ende, potenciar el tránsito sexual, la cohabitación, la cópula, el follar en román paladino.

Y hétenos aquí que un ser libertino y erotómano como un servidor no podía dejar de crear una lista muy personal de aquellas fragancias que considero especiales para tan placenteras prácticas, bien en la piel de una mujer o de un hombre. Todas ellas colocadas sin orden ni concierto, en un caos erótico y sucio de desenfreno coital, tan desordenado empero placentero como una orgia, como una bacanal.

Vamos con ello pues, acompáñenme al cuarto oscuro, a la cama redonda o donde diantre les guste fornicar. Esta es la primera parte de tres, pues hay muchos perfumes que traer a la palestra. Todas las fotos empleadas corresponden a imágenes promocionales de las marcas. La escena que corona esta entrada es una obra de Eugen de Blaas, el famoso pintor italiano (24 julio 1843 – 10 febrero 1931), siendo una reproducción fotográfica del cuadro que obra en el dominio público, cuyo título original es «el coqueteo». Su estilo se enmarca en el clasicismo académico, por cierto.

Salome (Papillon Artisan Perfumes)

Salome es un perfume con una carga erótica tremebunda. Es un constructo configurado con pericia donde encontramos jazmín y rosa conjugados con acordes animálicos almizclados de una protervia desatada. El clavel, carnoso y libérrimo, eleva una fragancia ya de por sí sibilina a uterina; una copula feral, salvaje. Hermoso floral oriental canónico, con una vis antigua, lustrada y bienoliente. Sencillamente sublime.

Putain des Palaces (Etat Libre d’Orange)

Putain no podía ser más indecente, como recordarán de mi entrada alusiva a esta misma fragancia, es el perfume de toda una libertina, la marquesa Isabelle de Merteuil. Putain es una rosa empolvada lasciva maravillosamente seductora. Es un perfume para aplicar entre los senos y coronar con su esencia, en un generoso roción, el monte de Venus y sus labios mayores. No lo emplearía en otro lugar.

Kouros (Yves Saint Laurent)

En su origen considerado sucio y procaz, provocativo y sicalíptico. El olor almizclado de un hombre dispuesto para la cópula, salpicado su pecho de sudor con un aroma salino pungente, sus músculos en tensión, como la soga del ahorcado. Algalia y cilantro, vetiver y castóreo escrotal, y el añadido pionero en su día de una base (Animalis de Synarôme) que le otorgaba su vis animálica. Una maravilla pergeñada por el genio de Pierre Bourdon. Lástima que la actual versión, remasterizada por los contables de la casa, sea sólo una sombra de lo que fue, haroneado, flojo y tardo.

Nuit Noire (Mona di Orio)

Nuit Noire es un nardo ubérrimo, y azahar dulce y virginal maculado de incienso y cuero sucio de clavo de olor rebosante de eugenol. Nuit Noire es el puro tránsito de la inocencia primeriza a la concupiscencia desatada. Una noche oscura de atroz empero placentero descubrimiento.

Oudh Infini (Dusita)

La madurez arrastra consigo secretos cuya revelación es todo un acontecimiento. El buen sexo debe ser directo y sucio, un intercambio de fluidos corporales en total y completo libertinaje. El sexo como exploración de anfractuosidades corporales, de humores y efluvios, de concavidades y espeluncas lubricadas. La cohabitación fecal y floral de un lecho desecho a acometidas. Oud y rosa, resinas dúctiles y fragorosas como corridas y pis. Oudh Infini es todo eso y más. Difícil de explicar.

Quality of Flesh (Homoelegans)

Cuero, cuero oscuro y ladino, de látigos y parafernalia bondage. Un arnés dotado de un enorme dildo de látex oscuro dispuesto a perforar esas reconditeces otrora vedadas. Y en el fondo el sudor, siempre el olor acre y viril, esplendoroso y fétido, algo avinagrado, ahumado. Insultantemente grosero pero a la par cautivador. Y un leve toque floral de precioso narciso, la vis amatoria y romántica de un pervertido atado a un corazón dorado como la orina.

Muscs Koublai Khan (Serge Lutens)

Una de las muchas maravillas creadas por la dupla creativa genial formada por Lutens y Sheldrake. Muscs Koublai Khan es una maravilla indecorosamente obscena de una fuerza atronadora. Es como oler el coño de lady Godiva nada más desmontar del caballo, su sexo entreverado con la pura esencia bestial del azorado animal y su exudación natural. Y un poquito de rosa, tímida, que resta de la fragancia de la dama, ya desvanecida en el tumulto de la cabalgada. Es un perfume que no admite eufemismos, para amantes entregados en la concupiscencia sin prisioneros.

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  1. Laura

    Concuerdo con todos, pero creo que es una lista incompleta. Me vienen a la mente La Tsarine, Kingdom, Boudoir, Rubj, etc. Pedro, necesitamos una segunda parte ?

  2. Laura

    Ay perdón, he visto que se trata de una primera parte, disculpa mi ansiedad.

  3. Pedro Gil

    De hecho, Laura, ambas aparecerán más adelante en futuras entregas, me refiero concretamente a la Tsarine y Boudoir.

  4. ALTAICA

    Poco o nada puedo aportar pues no he olido ninguno de los perfumes que citas, con la excepción de Kouros que usé durante varios periodos interrumpidos de mí ya dilatada existencia. Una obra cumbre de la perfumería que dejé de utilizar pues me generó un progresivo hartazgo. Eso sí, después de leerte me han entrado, no solo ganas de probar esas incitadoras fragancias, más aún de comerme y oler el de Godiva y sesenta y nueve más. Me has dejado alterado y descentrado.

  5. John Le Musc

    Me ocurrió un suceso similar cuando probé por primera vez Putain des palaces. Humor montevenusino secretado producto del contacto carnal, eso y la yuxtaposición con el sudor axilar de una cortesana: picante, salobre y punzante. Esplendorosa sensación, de verdad.

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