No hace mucho, según llegaba nuestra guía de perfumes a manos de todos aquellos de ustedes que decidieron apostar por nuestra obra, entre sus miles de reseñas, podían leer nuestra muy personal apreciación de esta fragancia magnífica de cuero dulce y mineral compuesta para Etat Libre d’Orange por el genio casi siempre desenvuelto y afilado de Antoine Lie. Aparecida en 2007, supuso otro hito en la colección de esta rompedora casa parisina, que nos ha regalado algunas de las más abstrusas e inclasificables creaciones de estas últimas décadas, sin ir más lejos la controvertida Secretions Magnifiques —también firmada por Lie— entre otras. Volviendo a mi reseña en la guía, dejaba yo escrito lo siguiente:
Tom of Finland era el pseudónimo que empleaba el artista finés Touko Valio Laaksonen quien, en su dilatada carrera, creó miles de ilustraciones homoeróticas, convirtiéndose en uno de los artistas más influyentes y reconocidos de la erotología gay. En este perfume encontramos un elocuente homenaje a la obra de Laaksonen, curiosamente criticada por no pocos por su carácter meramente ilustrativo y, por ende, inexpresivo. Yo no lo veo así, me refiero a las ilustraciones y no al perfume, porque el trabajo de este magnífico ilustrador mostraba cierta dicotomía, pues, si bien los modelos descollaban por su rotundidad física, en sus poses y gestos había cierta renuencia, una ternura disimulada a duras penas, pero que florecía a ojos atentos. Y en el perfume tenemos justo esto también. Esperaba encontrar una fragancia de cuero muy aguerrida, oscura quizás, adusta y potente, y lo que recibimos es un cuero azafranado meloso, contenido, pero no delicado, afable más bien, cálido y hasta benévolo. Me encanta.
Ciertamente quedé encantado cuando pude probar Tom of Finland, hasta el punto que me hice con una de las primeras botellas (con el líquido dotado de su característica tonalidad rojiza) y también con la versión reformulada, que dejaría atrás lo colorantes empleados en la formulación primigenia para presentar un perfume transparente y limpio, más adecuado creo yo —es que no me gusta el empleo de colorantes en los perfumes, me parece una práctica innecesaria cuando no inadecuada, pero bueno—.
Bueno, llegados a este punto, se preguntarán la idoneidad y razón del enunciado que abre esta publicación: adiós, Tom of Finland, adiós. Pues es muy sencillo, porque recientemente la casa Etat Libre d’Orange comunicaba a sus clientes y seguidores que esta fragancia cambiaba de nombre abandonando toda referencia a la obra de Laaksonen, tanto en la botella como en su caja, para conocerse ahora como Clean Suede.

Lo cierto es que, no pocas voces dentro del mundillo de seguidores de la marca y de la perfumería en general se preguntaba la razón tras este inesperado golpe de timón comercial, y he de admitir que yo mismo comencé a albergar ciertas dudas razonables, atendiendo a esa irreflexiva y cobarde tendencia actual, reconocible en el proceder de no pocas marcas, hacia la corrección política, inclinación marcada a su vez por la autocensura y la proclividad a rehuir cualquier atisbo de polémica, por idiota que esta querencia timorata pareciera a cualquier persona que, aún hoy, se permita el lujo de pensar por sí mismo, sin atender o caer en las estupideces de este posmodernismo alelado que embrea de buenismo todo lo que toca, ese buenismo de excesiva tolerancia a lo que, a todas luces, siempre es un retroceso en nuestra libertad y capacidad para elegir. Y es que, tal vez, la obra gráfica de Laaksonen, que servía de inspiración a esta fragancia, haya caído víctima de esto que yo decía, quizás no por su carácter abiertamente homoerótico —algo que resultaría incomprensible, dada la pujanza del movimiento LGTBI—, pero sí por la excesiva sexualización de sus modelos en la parte final de su trayectoria artística; o en la perfección apolínea de sus cuerpos perfectos, dotados de pulsantes y enormes penes apretujados bajo la ropa, que supondría un modelo inalcanzable para el común de los mortales, y tal vez interpretado como una discriminación estructural y sistemática hacia algún oscuro colectivo supuestamente ofendido por el esplendor sin tacha de los musculados y perfectos torsos representados en el imaginario de Laaksonen, ¡vaya usted a saber!

En fin, pero como un servidor no se puede estar quieto, allí que me dispuse a enterarme de la razón de este cambio de formato y me apresuré a contactar con la casa Etat Libre d’Orange y con la Fundación Tom of Finland, que gestiona los derechos de propiedad hoy de la obra de Laaksonen y su legado, y esto es lo que me contestaron a mi pregunta sobre los motivos de todo esto. Y les reproduzco dichas respuestas, primero la de la Fundación Tom of Finland:

Y a continuación la propia de Etat Libre d’Orange:

Bueno, ya les dejo a ustedes extraer sus propias conclusiones… Para mí es una pena que concluya esta colaboración tan creativamente original entre ambas partes, si es que no hay otra razón de por medio más allá de la extinción de la licencia. Todavía quedan muchas botellas de Tom of Finland que irán desapareciendo con el tiempo, para quizás no volver jamás. Suerte que yo tengo un par y podré conservarlas, hasta gastarlas, porque uno no es de coleccionar, sino más bien prefiero que el anaquel donde mostrar mis perfumes sea mi propia piel en lugar de un oscuro armario.
Estimado compañero.
Estoy totalmente de acuerdo en que además del fin del uso de la licencia, debe existir algo más. Porque al igual que se crean las licencias por x tiempo, se pueden prorrogar bajo nuevos acuerdos, y aquí debe existir algo más. Como bien dices, el buenismo y el señalamiento incomoda.
Me has picado la curiosidad y tendré que hacerme con una botella a ver qué tal. Tiene todo cuanto me gusta.
Saludos.