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Nicho

Ormonde Woman

Actualmente hay pocas fragancias femeninas firma que puedan hacer sombra a esta creación de Ormonde. Es sencillamente perfecta. Alejada de la tendencia posmoderna de acaramelar, endulzar, enmelar ad nauseam todo lo que se ponga a tiro, esta Ormonde Woman hace uso de notas amaderadas, especiadas, verdes, acompañadas por un corazón floral contenido, y una base difusiva y transparente, sandalina y cremosa, para conformar una abstracción de maderas fragantes, frescas y ajazminadas, de una belleza irreal y sublime. De hecho la estoy empleando en estos días más incluso que su contrapartida masculina, de la cual tengo dos botellas, por ese miedo acerbo que tengo a quedarme sin ella cerca de mí, o que en un giro cruel del destino, sus responsables decidan reformular ambas maravillas.

Últimamente, según escribo la guía de perfumes, como podrán imaginar, estoy retornando sobre mis pasos, revolviendo mis muestras y rescatando olores de otrora, los más olvidados en el trascurrir de todos estos años. A la par que hago este ejercicio para revivir mi memoria, recapitulo mi pequeña intrahistoria en lo que a perfumes se refiere, dícese de esas casas y creaciones que me han acompañado a lo largo de mi vida. Y reconozco que aquellas que me han marcado son en realidad muy poquitas, y si hubiera de quedarme con un puñado -y a lo mejor esto no se lo creen- no sería una elección complicada. Sin ir más lejos no me desprendería ya de esta Ormonde Woman (ni de Ormonde Man); dos o tres Guerlain aparecerían en dicho listado, Heritage y Habit Rouge de seguro; Portrait of a Lady también vendría conmigo a la tumba, como parte de mi ajuar funerario. Y luego están esas otras, que pueden incluso resultar ramplonas para no pocos de ustedes, pero que figuran cerca de mi corazón porque me han acompañado en momentos muy importantes de mi vida, sentimental y emotiva, de forma azarosa, que es el motivo más conveniente para estas cosas: el albur casual que te lleva a elegir una fragancia dada en un momento muy determinado, el cual acaba siendo crucial, inflexivo en tu vida y que, por ende, asocias al perfume de marras, aquel que por una suerte de contingencia o azar, pasaba por adornar tu piel en dicho trance. Entonces el mismo, el perfume, para uno, se hace eterno, y especial, y memorable, y se convierte en un reemplazo inmarcesible para los recuerdos, para mi corazón, mi alma y mis desvelos. Y todos esos perfumes ignotos, los reservo para mí, y quedan insabibles, secretos.

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