Bakkaris es un portal de reseñas, historia y noticias sobre el apasionante mundo de la perfumería.
Opinión

Juliette has a gun, un discovery set como debe ser

A veces resulta un poco frustrante no tener la posibilidad de probar nuevas fragancias cuando estamos interesados en alguna línea, o bien un perfume concreto o una marca novedosa que haya captado nuestra atención. Como les tengo por personas inteligentes, huelga abundar en cuán necesario resulta probar una fragancia antes de adquirirla, pues no me cansaré nunca de advertir que, comprar a ciegas, si bien es un «pecado» que todos hemos cometido alguna vez, es poco menos que una insensatez. Lo más prudente, siempre, es hacernos con una muestra y poder probarla en papel y sobre nuestra piel (no por aquello del PH de la piel y demás zarandajas, a las que otorgo una credibilidad limitada, sino para descubrir si algún componente del perfume escogido causa una reacción alérgica en nuestra epidermis). Y es por ello que las marcas deberían facilitar esta tarea a sus clientes, y con mucho más motivo si consideramos el modelo de negocio del que estamos hablando, tratándose de un cosmético oloroso con un componente subjetivo muy personal. Hay que probar los perfumes antes de adquirir los mismos, ergo, las marcas deben priorizar esta práctica, atendiendo de manera honesta a sus potenciales clientes proveyéndoles de un acceso o introducción sencillo a sus líneas mediante aplicadores de pruebas o muestras a precios razonables. Esto es innegociable.

Dicho lo cual, cuando nos referimos a fragancias de distribución global, a perfumes de diseñador o marcas internacionales con gran presencia en establecimientos del ramo, es posible acudir a un comercio y probar aquello que nos interese bien de una botella de pruebas o tester o bien de muestras pequeñas individuales sin costo alguno. La cosa se complica, no obstante, cuando se trata de empresas de distribución limitada, artesanales o nicho, que no podemos encontrar en tiendas al uso generalistas, franquiciadas o cadenas (como Sephora, por poner un ejemplo). Para este caso debemos acudir a comercios muy especializados, contando con tester o servicio de muestras, o bien adquirir las muestras directamente a la empresa. No somos pocos los que, por muy diversas razones, no podemos acudir en persona a este tipo de tiendas, y precisamos de un servicio de muestras que nos permita probar los perfumes que nos interesan, y es aquí donde está la madre del cordero.

Efectivamente, porque uno, a lo largo de los años, se ha encontrado de todo en lo que a esto se refiere. A saber: empresas que no suministran muestras por motivos ignotos o estúpidos (generalmente debido a una falta de proyecto empresarial y de marketing creativo eficiente); casas perfumeras que cobran precios alocados (una práctica que redunda en su propio perjuicio y que empresarialmente me cuesta comprender); pequeños grupos artesanales cuyas muestras son limitadas a números ridículos, al punto de que pareciera imposible hacerse con unas muestras sin tener que mantenernos en vigilia constante remirando la página cada poco a comprobar si actualizan el stock; otros creadores que por causas muy diversas no mandan muestras a según qué países (viviendo en un mundo globalizado, tan pequeño como es hoy el nuestro, pandemias y conflictos comerciales aparte, también me resulta difícil entender esto); empresas cuyas muestras contienen una cantidad innecesaria de fragancia encareciendo el producto de manera indebida (también incrementando los costes de envío debido a lo ampuloso de los paquetes); y creadores pagados de sí mismos cuyo esnobismo y estulticia les coloca muy por encima de la necesidad de que, el vulgo, nosotros vamos, adquiera sus divinas y celestiales composiciones deíficas vía muestras: hay que pasar por caja y empeñar un riñón en el mercado negro de Calcuta para comprar una botella entera, con lucecitas, o no sé qué cosas de oro flotando o el sursum corda. En fin…

Por eso uno se alegra sobremanera cuando encuentra un discovery set como el que vende, por apenas 20 euros incluyendo gastos de envío, la casa parisina Juliette has a gun, creada por Romano Ricci (nieto de Nina Ricci e hijo de Jean-Louis Ricci). Además, si antes de dos meses adquieres una botella completa en la página oficial, se comprometen a devolverte esos 20 euros detrayéndolos del total, algo que resulta muy de agradecer y que dice mucho del respeto de esta empresa por sus clientes, aunque sean sólo potenciales clientes. Éste es el tipo de prácticas empresariales que me gusta ver en el mundo de la perfumería, porque además este set incluye toda la línea de doce fragancias de la empresa (salvo alguna recién aparecida, como Musc Invisible y alguna otra creo que descatalogadas o de líneas especiales), en cantidad más que suficiente, bien empaquetadas, incluyendo un montón de tiras de papel para oler (detalle que no he visto en otros discovery sets de empresas de la competencia) y también un tríptico con información conteniendo las notas e ingredientes de las composiciones, también anotando las moléculas sintéticas principales empleadas (otra muestra de honestidad empresarial y respeto para con el cliente).

Otra cosa bien distinta es la calidad de las fragancias, algo que tendré que comprobar una vez me sumerja en sus líneas, probando todos los perfumes disponibles en este magnífico discovery set, que marca un estándar de cómo debería ser un servicio de muestras accesible, sencillo, de calidad y recomendable.

Ya les contaré en futuras entradas conforme vaya probando todo esto. De momento he podido comprobar la de Midnight Oud y Lady Vengeance, y ambas me han gustado sin entusiasmarme, no obstante. Ya les diré con más detalle más adelante.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.