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Bengale Rouge

Estamos ante una preciosa composición floral oriental donde predomina con fuerza la vainilla y una miel untosa y ambarada que carece de esa nota típica de micción que poseen ciertos acordes melíferos (sin ir más lejos, por ejemplo, Bee de Zoologist). Liz Moores, fundadora de Papillon Perfumery y creadora de todas sus composiciones, tiene una innata capacidad artística para componer estas fragancias densas y acomplejadas tan poderosas, aunque Bengale Rouge no es tan «animálica» como Salomé o Anubis y, por ende, a mi particular gusto, aparece menos atractiva. Además resulta demasiado dulce para mí, con un sándalo muy cremoso. Pero no puedo negar la magistral estructura. Y tampoco puedo dejar de olerla, hasta me planteo comprar una botella… Y no para vestirla, sino para olerla ocasionalmente y embriagarme con su dulzor hipnótico empero indulgente y cálido. Magnífica, indolente, hasta pecaminosa.

Hemos de añadir que esta fragancia fue nominada como finalista en la categoría de best new independent fragrance en los galardones de The Fragance Foundation del año 2015, si esto significa algo verdaderamente relevante, que lo dejo ya a su criterio. Si atendemos a la literatura de la marca, la propia Liz confiesa que en Bengale Rouge ha tratado de captar la fragancia de su mascota, un gato de bengala, pero no de manera literal (afortunadamente para nosotros, porque quién diántre quiere oler como un gato), sino más de bien de forma abstracta, es decir: una suerte de emulación emocional de las sensaciones que le suscita la ternura de la criatura, su pelaje sedoso y su propia naturaleza amigable, que le proporciona calor y confort. Una manera de glosar, empleando un perfume como continente, la muy especial relación que se establece entre la persona y su mascota. En fin, curiosa propuesta la de esta perfumista, que nunca deja de sorprendernos. Sea como fuere, aunque no tengo tan claro que haya conseguido su objetivo emulador, este perfume es notable, como decíamos antes, pues es básicamente una composición floral oriental donde predomina una rosa turca acompañada de un acorde dulce de miel, vainilla/tonka (cumarina a espuertas) y mirra, más un sándalo bastante cremoso que sirve de lecho para el minino. El tono animal tan usual en las mejores creaciones de Papillon, como la maravillosa Anubis o la feral Salomé, aquí se ha amansado, resultando en un fragancia algo más versátil pero también menos interesante. No me malinterpreten, es magnífica, cálida, sedosa, cercana, apacible, cremosa, dulce (tal vez demasiado) y con una buena duración y aceptable proyección. Se nota que se han empleado buenos materiales, y que los mismos han sido mezclados y macerados de manera primorosa. Poco más tengo que añadir. Bueno, ya saben que no soy de arrogar sexo, o estaciones, a las fragancias, pero si me preguntaran les diría que tiende a la femenino y podríamos usarla sin miedo de otoño a primavera.

En fin, me estoy planteando adquirir una botella, pero creo que con su Anubis tengo suficiente, pues es la que verdaderamente me apasiona. Esta Bengale Rouge resulta demasiado dulce para mí.

Ahora nos toca esperar a su Spell 125, el nuevo perfume que esperamos de Papillon como agua de mayo para este próximo verano.

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