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Violettes du Czar

Estamos ante una de las más antiguas casas de perfumería en la vieja Europa. Su historia es tan dilatada y fructífera, tan repleta de hitos, que resultaría demasiado prolijo constatarlos todos. Sería Fargeon Aîné quien en 1720 comenzara su trayectoria como perfumista, heredando las fórmulas del célebre Ninon de Lenclos, cuyas creaciones gozaban de gran predicamento en la corte versallesca, especialmente sus polvos de arroz, empleados como maquillaje y para empolvar las lucidas pelucas. De hecho el nombre Oriza proviene de la variedad de arroz (oryza sativa) que usaba Fargeon en sus polvos cosméticos. Si no me equivoco, la primera tienda se abrió en el número 11 de la rue du Roule. Al poco moriría Fargeon, y su familia vendió parte del negocio a los señores Mars y Louis Legrand, quienes abrirían una tienda en el 319 de la rue Saint-Honoré. Para 1858, Louis Legrand era el único propietario del negocio, trasladándose al 207 rue Saint-Honoré al tiempo que cambiaba el nombre de su empresa al de Parfumerie Oriza de L. Legrand. El aprendiz de Legrand, Antonin Raynaud (1827-1903), compró la empresa en 1860.

Sería Raynaud quien iniciaría le época de máximo esplendor de la casa, levantando un enorme taller de elaboración en Llevallois, con una extensión de más de veinte mil metros cuadrados. Al mismo tiempo abría dos nuevas boutiques en París (Place de la Madeleine) y creaba un novedoso método de fabricación de perfume sólido, ganando fama internacional e incrementando las ventas de manera exponencial. Raynaud moriría cuando los frutos de su trabajo comenzaban a despuntar, continuando el legado su viuda Marie, ayudada por un nuevo socio, Edmond Haas. La marca, ya consolidada, creaba perfumes que gozaban de una excelente reputación, empleándose en todas las cortes europeas, incluyendo la Rusia zarista. Muchas de sus creaciones son hoy parte de la historia del arte de la perfumería, entre las que encontramos las siguientes:

1852 Oriza Aciduliné (vinaigre de toilette)
1862 Violettes du Czar
1886 Foin Fraîchement Coupé
1887 Essence Oriza Solidifiée
1900 Apothéose
1900 Céladon
1900 Rêve d’Ossian
1900 Relique d’Amour
1909 Œillet Louis XV
1909 Jardins d’Armide
1913 Fin Comme l’Ambre
1914 Chypre-Mousse
1920 Déjà Le Printemps
1920 Muguet Fleuri
1925 Horizon
1928 Marions-Nous

Para 1940 la empresa, tras varias dificultades financieras y una situación global verdaderamente difícil desde la Gran Depresión, cerró sus puertas casi al mismo tiempo que las tropas nazis se hacían con todo el país. No sería hasta 2012 cuando Franck Belaiche y Hugo Lambert relanzaran la marca con considerable éxito, y de entonces hasta ahora.

Pero hoy queremos resaltar, de entre todos los hitos de la marca, su maravillosa Violettes du Czar. Como de seguro sabrán, Oriza Legrand fue una de las pocas marcas de perfumería que disponían del permiso o licencia real (Fournisseur de la Cour de Russie) para crear fragancias y cosméticos para la corte de la Rusia de los zares. De todos esos productos quizás el más afamado sea el perfume que nos ocupa, creado en 1862 para Alejandro II, y posteriormente para Nicolás II (no creo que su padre, Alejandro III, caracterizado por sus modales rudos y despiadados, su frugalidad y parquedad, empleara esta fina fragancia, pero quién sabe).

Violettes du Czar es una composición atemporal, dotada de manera premeditada de un enfoque clásico, romántico, vintage, un tono muy acendrado que domina la composición desde su inicio hasta su final. La nota de violeta, con su característico tono aterciopelado y deje cítrico acedo, domina toda su vida pulsando de manera constante. El iris, precioso, aporta la consabida cualidad «atalcada», empolvada. Y de fondo notamos efluvios amaderados, que apenas ensombrecen la majestuosidad perenne de la violeta; es como si la madera de gaiac se limitara a atalajar las violetas, un jaez de cuero para sostener la acrisolada belleza índigo de la violeta de Niza, propia de la comarca de Tourrettes-sur-Loup. No lo declaran, pero yo juraría que hay algo de almizcle limpio en su cimentación. Y llegados hasta aquí, quería decirles que Violettes du Czar es el perfume que más me gusta de esta casa, con el permiso de Rêve d’Ossian, una de las más preciosas preparaciones de incienso ahí fuera, de una calidad litúrgica cardenalicia, pero esa es una historia de la que hablaremos en otra ocasión. Lo único que me molesta de Violettes es que su uso me produce un enrojecimiento en mi piel, así que sólo puedo emplearla en la ropa, algo que resulta un fastidio. Seguramente el causante de este efecto dérmico sea el tolú, que se caracteriza por sus facultades alérgenas, o tal vez alguna molécula ignota (quizás ese almizcle blanco que creo detectar). Quién sabe…

Para terminar, Violettes du Czar es perfectamente unisex, así que podría emplearla cualquiera de ustedes. Este perfume es recuerdo de una época donde esa manía de arrogar género a las fragancias no se estilaba. Ah, podrán vestirla durante todo el año. Para mí es la fragancia de violeta de referencia, por historia y calidad. Su precio es de unos 130 euros para 100 ml, que no está nada mal. La botella es sencillamente preciosa. Esta reseña está hecha sobre una muestra de 8 ml adquirida en Ecuación Natural.

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