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Nicho

Moon Bloom

Desde 2013, el perfumista canadiense Hiram Green, afincado actualmente en Gouda (Países Bajos), viene componiendo perfumes artesanales empleando de manera exclusiva los mejores ingredientes naturales, según declara en su propia página. En estos últimos años he podido probar no pocas de sus creaciones, caracterizadas por su abigarramiento y cualidad crasa, gracias a un copioso uso de naturales, amén de un esmerado, presumo, fructuoso proceso de selección de los mismos, así como el subsiguiente mezclado y maceración de todos los componentes. Es evidente el mimo empeñado en cada lanzamiento, algo que se trasluce en la sencillez elegante de sus presentaciones, la simpleza de su narrativa, despejada de fruslerías y petulancias tan redundantes y cansinas. Si bien es cierto que el empaquetado ha mejorado con el tiempo, así como el tipo de botella, incluso el difusor en espray (en las primeras botellas era del tipo «pera», ya superado y poco efectivo). De hecho Llegué a Moon Bloom recientemente, debo admitir, habiendo probado antes otras fragancias de la casa muy interesantes, como Arbolé y Hyde, aunque ya sabía de su fama y reputación. Busqué y rebusqué hasta hacerme con un primer batch de esta composición y finalmente encontré una botella (desconozco si está reformulado a la fecha), con una aplicador de tipo pera, como les decía.

Recordarán que apunté en su momento, concretamente en mi entrada sobre perfumes de nardo, que quedé maravillado cuando pude probar al fin Moon Bloom. Es un nardo muy de mi gusto, donde el perfumista ha porfiado por intensificar la proverbial cualidad barbitúrica, casi tóxica, narcoléptica, del agave amica. Aquí el nardo es omnímodo, abraza y somete al jazmín, que apenas puede descollar amordazado por la protervia desatada de la flor noctívaga. Es un icor celestial, grasoso, de un color bermellón brillante (más intenso en las primeras tiradas de fabricación del perfume). Se pega a la piel como un extraño napalm floral, como una gelatina de benceno inflamada de flores blancas. Junto al indólico jazmín y al cremoso y paradisíaco ylang ylang, conforman una tríada bien avenida, una trilogía, una trinidad sacra y crasa, una suerte de jardín lunar donde crecieran todo tipo de brotes y pimpollos florales, ubérrimos y recrecidos al anochecer, de pétalos henchidos de bríos redivivos, un vergel floral alienígena de enormes y venenosos floripondios, de arracimadas supurantes de la flor de cananga (ylang), onagras e ipomoeas albas de suave olor alimonado, y más allá sobre el estanque de aguas oscuras y quedas, los lirios de agua preñados de rocío, y dondiegos y damas de noche, con su pestazo aterciopelado e intenso encamado en el nicotismo avainillado y morboso de las níveas nycterinias y nicotinias. Y sobre todas ellas, reinando como la madama crepuscular, el nardo, húmedo y vaginal, seminal y abotargado, al punto de implosionar. Moon Bloom es la flor selenita. Sencillamente soberbia.

Pueden encontrarla en las mejores perfumerías nicho, y también en la página oficial de Hiram Green, a un precio de 155 euros aproximadamente. Si gustan del nardo, deben probar esta creación. Les aseguro que no les defraudará.

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