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Douleur, de Bogue; y las fragancias del futuro

Si me permiten otra digresión de las mías, echo en falta en la perfumería moderna algo más de arrojo inventivo, en realidad la aplicación de nuevas tecnologías físicas, computacionales y químicas que nos permitan crear fragancias de nueva generación, una suerte de salto tecnológico que acompañe el advenimiento del transhumanismo, en el albor de una nueva era de exploración del Sistema Solar. Hace poco podía leer como la multinacional Symrise, que durante décadas ha diseñado y fabricado perfumes para empresas tan importantes como Estée Lauder o Coty, entre otras muchas, trabajaba en un inteligencia artificial o IA capaz de crear perfumes, con el nombre de Philyra (Filira, la diosa griega de las artes y escritura, del perfume y la medicina) IBM está trabajando en este prototipo que ya ha diseñado algunas composiciones, dos de ellas se comercializarán muy pronto, siendo fabricadas para la empresa brasileña de productos de belleza O Boticário. En esta misma línea, Givaudan, competidor de Symrise, lanzó en 2019 el sistema Carto, una interfaz de software diseñada específicamente para asistir a los perfumistas en el desarrollo de nuevas fragancias.

Interfaz del sistema Carto desarrollado por Givaudan (foto de Givaudan)

También es sabido que el gigante IFF trabaja desde 2006 con un complejo software IA de súper-algoritmos diseñado para generar nuevas fragancias, como pudimos comprobar leyendo la entrevista realizada a Jean-Christophe Hérault recientemente. Es curioso, porque en un fragmento de la misma, este señor intenta delimitar el mismo concepto de inteligencia artificial como una suerte de mera «ilusión de inteligencia», una entelequia vamos, y hace bien en interponer estas reservas, porque si el resultado del uso del software de marras en IFF es Phantom -esa cosa horrible metida en una infame botella con forma de robot- o bien su software es el propio de una batidora o ellos son incapaces de trabajar con esta tecnología por pura incompetencia…

También se está avanzando en el campo de la química, como me comentaba amablemente un compañero y amigo que trabaja en la industria. El caso es que, a no mucho tardar, veremos la implementación de nuevas técnicas para vehiculizar los extractos naturales y moléculas empleando una suerte de estructuras vesiculares similares a los liposomas, que sería capaces de graduar la dispersión de los diferentes acordes otorgando una nueva y muy amplia panoplia de posibilidades que alterarían de manera radical el ya obsoleto concepto de la pirámide olfativa. Llamaremos a estas composiciones perfumes liposomados o encapsulados.

Mientras aguardamos la llegada de esta nueva generación de perfumes, alumbrada por el talento preciso, podemos solazarnos con algunas creaciones verdaderamente de vanguardia, que no ha requerido el concurso de software alguno. Y es que donde hay verdadero cacumen el artefacto mecánico pude resultar prescindible. Porque el genio de Antonio Gardoni nos ha legado, hasta la fecha, creaciones de notable singularidad, confeccionadas con una pericia y habilidad insólitas, como MEM o MAAI, dentro de su firma Bogue. Su innegable capacidad bien podría, en el futuro, pergeñar nuevas maravillas en la línea que yo imaginaba. Pero déjenme citar una que creo podríamos catalogar como verdadera maravilla transhumanista, por su enjundiosa extrañez, Douleur! Magnífica composición de vanguardia construida empleando acordes casi pirofóricos: rosa de cromo metálica y mentolada, notas dulces y salinas subsumidas en una suerte de totum revolutum que casi milagrosamente funciona a base de remaches de titanio, como la piel de un prototipo de Skunk Works. Maravillosamente alienígena. La fragancia de un piloto del futuro Aurora. Y su potencia es equiparable al postquemador del SR-71 Blackbird.

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