El mundo del afeitado masculino es todo lo prolijo y abundoso que pudieran imaginar e incluso más. Hay toda una tradición clásica por descubrir para no pocos, y creo que merece la pena traer algunos de estos productos a nuestro portal, toda vez que las fragancias insertas en buena parte de ellos, al menos los más artesanales y todos aquellos que descollan por su calidad, nada tienen que envidiar a los más celebrados perfumes de diseñador, artesanos o nicho.
Hoy vamos a empezar con una marca con mucha solera, como es Taylor of Old Bond Street, una casa británica constituida en el siglo XIX por la familia Taylor, aún hoy dirigida por los descendientes de sus fundadores, con gran arraigo y afán de continuidad, ofreciendo una gama completa de productos y accesorios para caballeros elaborados según los cánones, con ingredientes de primera calidad. Hoy en día, Taylor de Old Bond Street sigue manteniendo los mismos valores que tenía cuando se estableció por primera vez, ofreciendo la gama más amplia posible de productos de aseo para caballeros a un precio asequible y con mejor calidad, según podemos leer en su página oficial.
De la línea de esta reputada firma, mi preferida es Jermyn Street, amén de su jabón de sándalo que trataremos en otra ocasión. La colección hace referencia a la actual localización del establecimiento que, desde los años veinte se encuentra radicado en esta calle céntrica londinense, a un paso de Piccadilly y muy cerca de la Royal Academy of Arts (por cierto, Floris of London tiene también una tienda en la calle Jermyn). Originalmente, algo obvio por otro lado, el establecimiento primigenio estaba sito en Bond Street (en el oeste de Londres), donde su artífice e iniciador, Jeremiah Taylor, abrió sus puertas, granjeándose una excelente reputación por la calidad de sus preparados.
Bueno, volviendo a lo que comentaba al inicio del anterior párrafo, elegí esta crema de Taylor of Old Bond Street debido a que está compuesta con productos no alérgenos indicados para pieles sensibles como la mía. Siempre he tenido una dermis delicada, seca y propensa a dañarse con facilidad, de ahí que me decidiera a probar esta creación. Y la verdad es que estoy bastante contento, si bien no es de las mejores que he probado de un tiempo a esta parte, ni mucho menos. Se ha comentado bastante sobre su fragancia, y desde mi experiencia en el mundo de la perfumería, podría catalogarla de fougère algo modernizado (la misma casa así la cataloga, y entiendo sus razones), con un leve toque de hesperidios en su salida, lavanda, algo de geranio diría, y un leve toque herbáceo amaderado (pachulí y musgo de roble sintético), amén de almizcles blancos. Es una fragancia muy correcta, algo derivativa por ya visitada y reminiscente de otros muchos perfumes ahí fuera, pero para una crema de uso común resulta apropiada, con esa presencia elegante y atemporal que busco en un producto de uso cotidiano que no interfiera en demasía con mi perfume de elección. Por cierto, cualquier fougère en nuestra colección se complementaría de manera harto efectiva con la fragancia de esta crema, sin ir más lejos estoy pensando en composiciones como Eau Sauvage en su versión parfum (aunque la EDT también le va perfectamente), Fougère Royal de Houbigant, Bracken Man de Amouage, Scandal de Roja, Penhaligon’s Sartorial o Drakkar Noir.
En lo que toca al desempeño de la crema, debo decir que su fragancia no dura mucho, algo que tampoco me importa en demasía. También denotar que este producto deja la piel algo seca, al menos en mi caso, por eso conviene emplear un buen bálsamo, alguno que acompañe el olor de la crema, el propio de la marca en su línea de Jermyn Street iría perfecto. Buena espuma y deslizamiento correcto de la cuchilla, ningún problema al respecto.
NOTA: La foto que corona esta entrada es la propia de promoción de la marca en su página oficial. La foto sobre estas líneas es propia, y corresponde a una crema de mi colección.
