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Perfumes de diseñador

Bandit


Otro clásico inmarcesible de la casa Piguet, con más historia que el British Museum. No en balde, su creación data de 1944, cuando la Segunda Guerra Mundial se aproximaba a su final y Hollywood marchaba hacia el cénit de su época dorada. Apuntaba el fabricante que la mismísima Bacall se vestía con esta fragancia para rodar sus planos en El Sueño Eterno, encarnando el papel de Vivian Sternwood Rutledge, arrostrando en la pantalla al no menos mítico Bogart, el mejor Philip Marlowe que ha dado el cine, ambos dirigidos por Howard Hawks, que pasa por ser mi director favorito, como Raymond Chadler es de mis escritores predilectos, con el permiso de Stevenson y Doyle, y no en ese orden. Sea como fuere, y volviendo a los platós, Hawks fue el artífice que encendería la mecha del legendario amor de los actores, cuando ofreció a una jovencísima Bacall un papel en Tener y no Tener, junto a Bogart. Puede que la esplendorosa rubia ya vistiera Bandit en aquella época, 1944, recién aparecida en el mercado. No he visto si cuadran las fechas de producción, pero me gusta imaginar que fuera así, y que Bandit ayudara a engatusar a su presa. Algo raro pasó, porque Bacall pensaba, antes de rodar, que el que se convertiría en su futuro partenaire, el adusto interprete, era uno de los actores menos atractivos del momento. De una forma u otra, se enamoraron perdidamente, algo que resulta evidente en El Sueño Eterno, con esas tórridas miradas que se dirigen, ahora sí, bañados en Bandit.

No sería por la película (a pesar de que la trama gira en torno a una fotos pornográficas, que se citan eufemísticamente, como se pasa de puntillas sobre la condición sexual de Geiger y Lundgren, porque la homosexualidad no estaba bien vista en esa meca dorada de la hipocresía que era Hollywood entonces) pero Bandit acabaría convertida en la fragancia de lesbianas y sujetos de vida disoluta, o al menos dicha es la fama que recabaría esta fragancia, aunque creo que de manera exagerada, o incluso propiciada por la propia marca, cosa que tampoco veo plausible. A pesar de todo, cosecharía gran renombre, sobreviviendo a las miles de idas y venidas de la casa original, reformulaciones y demás, hasta hoy.

Bandit es, en mi opinión, la magnum opus de Germaine Cellier, junto a Fracas, de la que hablaremos otro día. Un edificio sólido y casi brutalista (como un diseño de Ernő Goldfinger), construido en torno a un acorde de cuero herboso oscuro apuntalado por el uso a espuertas de isobutil quinolina sobre una base de madera ahumada, igualmente caliginosa. Cellier gustaba de usar bases para sus creaciones, práctica casi sacrílega para algunos de sus coetáneos en el negocio.

Pero, ¿a qué diántre huele esto? Bueno es la über fragrancia chipre cuero, si tiene esto algún sentido; dicen que la primera mixturada para una mujer en mente, una femme fatale dura y decidida, empoderada en una época marcada por el machismo rampante. A su salida verde, chispeante, casi ácida, se suman en tropel flores dulces, maduras, a pique de decaer, para finalmente descansar en un sucio catre de almizcle, musgo de roble, vetiver y un pachulí terroso y achocolatado que va y viene, con matices tostados de cuero vegetal, taninos y humo leve, nicotina y cenicero. Bandit huele como un tugurio de Queens de madrugada, como un club de jazz, frecuentado por fulanas de perfumes potentes almibarados que se frotan con rudos marinos sudorosos empapados en licor barato.

Para mí Bandit es una de esas joyas que hay que tener no porque te guste, que no me gusta en demasía en realidad, sino porque forma parte de la historia de la perfumería. Hay fragancias que uno las adquiere no porque las ame sino porque las asocia a cosas que idolatra. Y yo amo a la Bacall, amo el Hollywood dorado de los años cincuenta, su ambiente tan peculiar y mítico, amo la novela negra, de Hammet y Chandler, a Marlowe y Spade, a Spillane y Mike Hammer, a las femme fatales clásicas del género. Y Bandit es todo eso y más.

Y tengo una botella antigua, no sé exactamente de qué año, y tampoco sé si ha habido variación en el olor por el paso del tiempo en la botella, aunque la anterior propietaria la cuidó bien. Y también tengo una botella de la vigente versión, cuyos derechos pertenecen hoy a la firma estadounidense Fashion Fragrances & Cosmetics Ltd, que se me antoja mucho más liviana, diferente, pero con ese deje característico de Bandit, su impronta indudable. Y así, en mi humilde opinión, también recomendable.

¿Quieres oler como Vivien, como la Bacall? Esta es tu fragancia.

Por favor, vistan bien para llevarla. Aunque es de esas fragancias que te llevan a ti.

Ah, yo la veo totalmente unisex. La proyección es buena y la duración… El Sueño Eterno.

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