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Perfumes de diseñador

Habit Rouge

Estamos de acuerdo en que Habit Rouge es un hito en la perfumería, ¿verdad? También lo estaremos en algo tan obvio para cualquier connaisseur de la perfumería y su historia como que la casa Guerlain es una de las más legendarias, sino la que más, creadora de una larga estirpe de gloriosas obras de arte imaginadas y desarrolladas con la pericia de auténticos artesanos. No creo que haga falta elucidar nada más, pero hétenos aquí maravillas de la talla de Jicky (de las primeras fragancias comerciales en emplear sintéticos, cumarina y vanilina, junto a extractos naturales), Shalimar (el epítome de la elegancia oriental en las fragancias femeninas), Mitsouko (una de las más hermosas e inmarcesibles creaciones en la historia de la perfumería clásica), la melancólica y bella L’Heure Bleu, Chamade o Samsara, por citar unas pocas.

Según podemos aprender, la maison Guerlain fue fundada en 1828, cuando Pierre-François Pascal Guerlain abrió su tienda de perfumes en el número 42 de la rue de Rivoli parisina. Como fundador y primer perfumista de la casa, Pierre-François compuso fragancias por encargo con la asistencia de sus dos hijos, Aimé y Gabriel. Gracias al éxito continuo y el mecenazgo y apoyo de miembros de la alta sociedad, Guerlain abrió su tienda insignia en el número 15 de la rue de la Paix en 1840, dejando su impronta en la escena de la moda parisina y, por ende, en todo el mundo.

El éxito de la casa bajo Pierre-François alcanzó su punto máximo en 1853 con la creación de Eau de Cologne Impériale para el emperador francés Napoleón III y su esposa española (nacida en Granada, de nombre completo Eugenia de Palafox Portocarrero y Kirkpatrick), la emperatriz Eugenia de Montijo (me permitiré aconsejarles que se tomen la molestia de leer sobre esta fabulosa mujer y su atribulada vida, pues no les decepcionará). Este perfume le valió a Pierre-François el prestigioso título de Perfumista Oficial de Su Majestad. La fama de la casa Guerlain se acrecentaría de esta manera exponecialmente pasando a crear perfumes para la reina Victoria del Reino Unido y la reina Isabel II de España, entre otros miembros de la realeza europea.

Con la muerte de Pierre-François en 1864, la casa quedó en manos de sus hijos Aimé Guerlain y Gabriel Guerlain. Guerlain iniciaba así una larga tradición por la cual el cargo de maestro perfumista se transmitía a través de la familia Guerlain. De esta manera, Aimé fue el creador de muchas composiciones clásicas, incluidas Fleur d’Italie (1884), Rococo (1887) y Eau de Cologne du Coq (1894). Sin embargo, no pocos son lo que afirman que su magnum opus no fue otra que Jicky (1889), la primera fragancia descrita como un parfum en lugar de una eau de cologne. Fue Aimé quien crearía la conocida como Guerlinade, una suerte de acorde herbal y ambarino de base empleado por el perfumista que Jacques Guerlain posteriormente mejoraría añadiendo su toques dulces y avainillados. De hecho, Jacques, hijo de Gabriel Guerlain, se convertiría en el tercer maestro perfumista de Guerlain, autor imprecedero de muchos de los clásicos más famosos de la maison: Mouchoir de Monsieur (1904), Après L’Ondée (1906), L’Heure Bleue (1912), Mitsouko (1919), Shalimar (1925) y Vol de Nuit (1933). Jacques compuso su último perfume, Ode (1955), con la ayuda de su nieto, Jean-Paul Guerlain, que entonces tenía 18 años, y que se convertiría en el siguiente heredero de la tradición y legado de la casa. Jean-Paul Guerlain sería el último maestro perfumista de la familia, pergeñando obras tan clásicas ya como Vétiver (1959) y nuestra Habit Rouge (1965) de hoy, junto a Chant d’Arômes, Chamade, Nahéma (una rosa como ninguna otra), Jardins de Bagatelle y Samsara, ahí es nada.

Centrándonos en lo que nos ocupa aquí, para mí, Habit Rouge es la obra maestra indiscutible del último de los Guerlain. Una composición monumental y hermosa asentada en un legado lustroso cuajado de éxitos. La más bella y orgánica composición de cítricos que nunca he olido, en una salida suntuosa, majestuosa empero queda y elegante. Maderas nobles de reminiscencias acres de euforbio, secas y empolvadas, como el viejo baúl en el desván con forro de tafetán y parches de cuero recurtido al vegetal. Y la preciosa vainilla, marchamo de la historia de la casa, que resalta los notas evanescentes embebidas de la magia de la Guerlinade, reconformada como los átomos constituyentes de la materia con la que se fabrican los sueños. Éso es Habit Rouge. Historia rediviva de la perfumería.

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