Ya inmersos de hoz y coz en la sociedad de la información, un concepto elusivo en sus bordes pero sustancial en su núcleo, las herramientas disponibles para innovar, difundir información, adoptar técnicas de marketing y compartir nuestra creatividad, nuestras opiniones, nuestras aportaciones y nuestros productos, no han dejado de florecer, produciéndose una evolución consecuente para toda actividad humana. De las primigenias páginas estáticas en el albor de Internet, pasando por los blogs y foros participativos, hasta los canales dinámicos y portales y, por supuesto, las redes sociales mainstream. Todos estos hitos reconocibles en la proto historia de la Red de Redes, verdadero andamiaje de la sociedad de la información, son factores claves del conocimiento y la innovación, junto a la paralela adopción y difusión de las diversas tecnologías que facilitan el tratamiento y transmisión de la información y el conocimiento. Pero, al contrario de lo que Yoneji Masuda sugería cuando alumbró el término (Masuda fue el primero en hablar de la «sociedad de la información» en su libro homónimo de 1984 Sociedad de la Información y anteriormente en La Sociedad de la Información como sociedad post-industrial, de 1980), este proceso histórico de transformación humana no ha devengado en una disminución del consumo material, más bien al contrario…
Gravitas bien podría ser un ejemplo palmario de un producto fruto de esta sociedad postindustrial, postfordiana (del posfordismo de la quinta hola de Kondratiev, su paradigma tecnoeconómico, dominado por la tecnología de la información y comunicación). Un perfume postmodernista financiado gracias a una campaña de crowdfunding global en una plataforma como Kickstarter, cuyo director creativo e impulsor del proyecto posee un canal de YouTube, empleando las redes sociales como catalizador de la promoción de su criatura, con un sistema de distribución descentralizado basado en el comercio online. Como ven, elementos todos consustanciales al paradigma de esta quinta ola de la que venimos hablando. Ya sólo por el hecho de emplear herramientas de financiación colectiva siento cierta cercanía, simpatía, si me permiten apostillar, para con el personaje y el proyecto en su conjunto, porque yo mismo he empleado dichas herramientas en otros ámbitos. De hecho, si me hubiera enterado del inicio de su campaña, la habría apoyado sin miramientos, aunque el diseño de la misma distaba mucho de ser perfecto (más bien se me antoja un poco cutre), de haber tenido algo más experiencia, trabajando en una presentación profesional de su propuesta, habría redituado en más aportaciones, creo yo. En fin, sea como fuere, el señor Dan Naughton consiguió su propósito y hoy su Gravitas es una realidad.
Como decía, Dan Naughton posee un canal de YouTube (MrSmelly1977) donde da cuenta de su gusto por las creaciones clásicas frescas, fougère, aromáticas y cítricas, fragancias chipre atemporales y masculinas. Les confesaré que no he visto muchos de sus vídeos, sólo unos pocos, suficientes para conocer sus gustos, sus fallas y su muy peculiar humor. En fin, una vez finalizada la campaña de crowdfunding, junto a un socio inversor, Matt Wilson, crearon la empresa Naughton & Wilson para comenzar a producir Gravitas, un extracto de perfume pergeñado por John Stephen (creador de la maravillosa No. 88 de Czech & Speake).

El nombre de la fragancia refiere al concepto que su director creativo tiene de la misma, con arreglo a sus muy personales gustos, obvios para cualquiera que siga la trayectoria de este reseñador particular, es decir, composiciones masculinas clásicas, que remarquen las cualidades innatas a todo un caballero, en la concepción un tanto trasnochada de este cliché, pues no en balde «gravitas» deviene del latín en referencia más a un concepto ético que material, sinónimo de seriedad, severidad y dignidad, connotando una cierta substancia o profundidad de la personalidad del individuo, del caballero en este caso. Básicamente Gravitas es un fougère posmoderno, como adelantaba líneas arriba. Una renovación superficial de los fougère clásicos, extrínseca, no esencial, y por tanto emasculada, suavizada, muy en consonancia con esta sociedad líquida y banal que vivimos, donde los conceptos de masculinidad y feminidad se disipan cuando no entreveran. Un fougère avainillado, esmerilado, brillante, exento de pesantez, andrógino, con un toque oriental evidente. Un perfecto constructo barnizado de la posmodernidad estética, donde la remembranza de lo pretérito sólo es alusiva. Conste que no tengo nada en contra de este proceder, faltaría más, y resulta del todo natural, pues hay que saber adaptarse al mundo cambiante en el que vivimos peligrosamente, a sabiendas de que, por esto mismo, sacrificaremos la autenticidad y cierta cuota de independencia personal. Y es lo que ha ocurrido aquí. Gravitas es una fragancia bien compuesta, con pericia y profesionalidad, que emana de un concepto claro, que es construida con una mano firme en lo que a dirección creativa se refiere, y los gustos e inspiraciones del propio Dan (Gravitas bebe claramente de Bois du Portugal y/o Invasion Barbare de MCDI y otras muchas fragancias similares que podríamos citar). Como decía, principalmente noto la dulzura de la vainilla, que junto a las notas cítricas, ciertamente evanescentes y bien conjuntadas, me recuerda también por momentos a Habit Rouge, cosa que siempre es de agradecer. El secado es convencional empero duradero, propio de un extracto de perfume, sacrificando su poder difusivo por la proporción de esencia y alcohol. Gravitas se sustenta en alguna molécula (bueno, tendrá un buen número de ellas, en realidad), fundamentalmente en algún tipo de ámbar gris sintético (Cetalox o similar) que espacia sus etapas y le proporciona un carácter orgánico más redondo y moderno. Seguramente el musgo de roble aquí presente (por culpa de la IFRA) será igualmente sintético. El cardamomo es casi tan intenso como la vainilla, coadyuvando en el dulzor de la fragancia y orientalizando en cierta medida toda la composición.
Y hasta aquí todo. Si me permiten recapitular, Gravitas es una buena fragancia moderna, reminiscente de las glorias de otrora del género, nada original (aunque creo que esta era la pretensión de los creadores), con un desempeño convencional a un precio bastante elevado (130 euros para 100 ml). Destaca la calidad del embotellado, precioso, con un spray espectacular, de presión variable. Buen trabajo en general. Eso sí, lo que me interesa ahora es ver las nuevas propuestas de esta casa, y el desempeño de Dan como director creativo en los próximos proyectos de Naughton & Wilson. Aguardo mejores cosas de ellos, algo más originales y rompedoras, más vanguardistas, menos acomodaticias e inofensivas, y también espero que la siguiente fragancia que nos ofrezcan no lleve la palabra «oud» en su título. ¿Es mucho pedir?
Las fotos empleadas provienen de la página web de The Executive Shaving Company, comercio online donde adquirí este perfume.