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Idyll, de Svensk Parfym

Lo nórdico está de moda. Bueno, ellos siempre han estado ahí, con su acerada creatividad, su sentido práctico, su minimalismo, su corrección apurada y todos los demás tópicos inservibles que queramos arrogarles. Antes o después llegan, si no han estado allí ya antes; parecieran como postergados, fruto del frío intenso de aquellas latitudes, que les sumiera en un letargo engañoso que no es tal, pues de siempre han descollado por su proverbial desarrollo de composiciones desafiantes y vanguardismo de trinchera no premioso. Tal vez esta cualidad arroje algo de luz sobre su carácter, huyendo de generalizaciones vacuas, que son harto peligrosas.

Tomemos como ejemplo la novela negra, que es un género que me apasiona y disfruto. Desde el canon original de titanes como Raymond Chandler, pasando por Dashiell Hammett o Carroll John Daly, sin olvidar a mi amado Spillane y todas las luminarias de estos últimos años, incluyendo al que pasa por ser uno de los mejores y más dotados, James Ellroy. Y cuando creíamos que el género languidecía en los tópicos del hard-boiled clásico, llegan los escandinavos y nos sorprenden con una reinterpretación sustancial del género rasgando las bambalinas procedimentales para presentar un estilo más natural y crudo si cabe, realista, simple y preciso, despojado de palabras innecesarias, de alharacas, de efectismo y teatralidad. Toda una escuela innovadora distintiva y rompedora, si bien respetuosa con los inmarcesibles cimientos del género, que se presenta moderna, natural, vívida y descarnada como una cuchillada en el hígado. Literatura a borbotones creada con la personalidad propia que yo aducía líneas arriba. Un ritmo narrativo nuevo y posmoderno, negro y criminal, que no rompe pero transforma, modifica. Tardan en hacerse notar, pero cuando llegan lo hacen imprimiendo su propio y muy particular estilo. Hoy son tendencia y han marcado una época, plumas afiladas como estiletes de historias terribles en páramos urbanos desolados como las del propio Mankell, la novela oscura y compleja de Peter Høeg o los relatos de Jo Nesbo, Larsson, Maj Sjöwall y Per Wahlöö, la inquietante Camilla Läckberg, Kjell Eriksson y Åsa Larsson. Vaya elenco, ¿no creen?

Pero vamos ya con lo que nos interesa aquí, que hoy es Idyll, una fragancia realmente interesante creada por la casa Svensk Parfym. Según podemos leer en la página de la compañía sueca, y que reproduzco a continuación literalmente:

Idyll es una fragancia reconfortante que simula el flujo natural entre el aire frío y la incipiente calidez de la primavera. Única en las regiones septentrionales de Suecia, la extraordinaria mora de los pantanos prospera en zonas de umbría, entre el frío y el calor. La planta busca ese lugar especial, el rincón ideal para una vida placentera. Idyll presenta notas de moras, naranja de Sevilla, especias cálidas, tabaco, pachulí, vetiver, almizcle. Idyll en sueco significa lugar ideal.

Como pueden ver, Henrik Lestréus, fundador de la marca y nariz detrás de este proyecto, construye una narrativa sencilla, sin aspavientos, casi atmosférica, como la novela de Høeg, tan en boga para con el estilo escandinavo de relatar, si nos permiten la analogía. Y es que además no hace falta más. La sencillez es una virtud que siempre se engalana de elegancia. El propio Lestréus nos cuenta que su intención no es otra que recrear los olores de su país, de su tierra, su naturaleza, paisajes, culturas, gentes, ciudades, pueblos, historia, presente y futuro. Una bonita declaración de intenciones que no sorprende pero resulta reconfortante, y distintiva, si me permiten añadir, en un mundo este de la perfumería donde asistimos a auténticas sandeces en pos de encontrar la autenticidad.

Lugar ideal, Idyll, qué bonito nombre. Aquí el perfumista acota un trozo de su patria, sumida en la sombra boreal, donde medra la mora de los pantanos (rubus chamaemorus), también conocida como camemoro, hjortron en sueco, el oro de las hormigas u oro amarillo en la cultura popular escandinava. La planta crece por todo el hemisferio norte, en zonas abruptas montañosas, y contiene grandes cantidades de vitamina C, por ello, a modo de anécdota, eran apreciadas por los marinos nórdicos y los inuit americanos, que las empleaban para prevenir el escorbuto.

Con estos mimbres, con esta inspiración costumbrista, naturalista y ambiental, el artista recrea una fragancia minimalista, atmosférica, etérea pero ahíta de donosura y gracia. Apuntes cítricos en su salida suaves y livianos, gráciles y elegantes en grado sumo, junto a un acorde especiado seráfico, algo anisado, agradable, afable, todo limpio (almizcle impoluto, níveo), pulcro, ordenado, pausado y benigno. Luego descubrimos una madera verde leñosa llena de vida, por la que corre savia fresca amamantada por las frías gotas de rocío matinal. El vetiver es sublime aquí. Es uno de los más exquisitos perfumes cítricos especiados que he olido en mucho tiempo. Resulta inmaculado, incólume en su belleza y sencillez. Magnífico.

Debo explorar más creaciones de este señor. Hay otra en especial que me llama mucho la atención, Prakt. Ya hablaré de ella si tengo ocasión.

La foto empleada es la que pueden encontrar en la web oficial de la casa. El precio de una botella de 30 ml (tamaño único) es de 115 euros.

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