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Nicho

Lume, de Aller Perfumes

Hace bien poco, apenas unas semanas, sabíamos de la llegada de una nueva casa de perfumes nicho afincada en tierras gallegas que se disponía a lanzar su primigenia colección, de la mano de Daniel Josier. Aller Perfumes es ya una realidad y podemos probar sus cuatro fragancias, creadas todas ellas por el bueno de Daniel, asistido por la pericia creativa del responsable de esta nueva empresa, Luis Aller. Estos perfumes son, a saber: Ar, Auga, Terra y Lume. Pueden ver bajo estas líneas la primorosa presentación de dichas composiciones, que han recibido nombres tremendamente evocadores a la par de sencillos, como sencillas pero elegantes son las botellas, así como, también a su modo, es simple pero poderoso el hilo conductor narrativo que hilvana estos cuatro perfumes y los cohesiona a su manera en un relato integral que apela a los sentimientos, a las emociones, a la misma raigambre del ser y sentir, de la vida al fin y al cabo, que no es otra cosa que una concatenación de recuerdos, de vivencias, de remembranzas, de nostalgia. Pues, les pregunto a ustedes: ¿no es ésta una de las más poderosas afecciones del alma: el eterno regreso a casa? No sé si sabrán que, precisamente, eso viene a significar, quiero decir: un concepto intrínseco codificado en el mismo origen de la palabra nostalgia (del griego clásico nóstos, o «regreso a casa» y álgos, «dolor»). ¿Y no creen, llegados hasta aquí, que esa mezcla de anhelo doloroso por la pérdida del tiempo pasado se mixtura de manera alícuota con el placer del recuerdo límpido y puro de la alegría exultante de la infancia rememorada, pues no es ésta la única y verdadera patria del hombre? Yo así lo creo; y mis días morirán, mi sangre embalsada en venas resecas, y seguiré añorando, aún agonizante, exánime, la luz de aquellos días de agosto que ya no volverán.

Algo de lo que yo, de manera fútil de seguro, trataba de explicar en el párrafo anterior Luis lo consigue en estas creaciones suyas, gracias también a la pericia procedimental y formal de Daniel Josier. Ambos entrelazan un relato vital construyendo, asistidos por moléculas volátiles efímeras, empero preciosas, la memoria vital de Luis, su intrahistoria, sus recuerdos de infancia, el legado en la tramoya de la más vivaz y también triste nostalgia, preñada de cierta saudade, si me permiten el palabro, expresando un afecto primario por lo que aconteció y preñó su memoria, un querer cercano a la melancolía, estimulado por la distancia temporal a aquello amado que empuja a los creadores y a nosotros mismos a resolver ese camino sin retorno, para recordar siempre. Es decir, cada una de estas creaciones recrea un recuerdo querido y atesorado de Aller, lo trasmuta en fragancia, y nos lo regala. Y por si fuera poco, en cada creación recibimos un díptico adornado con las notas y con una foto personal familiar de Luis que glosa de manera gráfica el momento que quiere compartir, en un perfume instilado, con usted y un servidor.

Como podrán colegir, acercarse a cualquiera de estas fragancias supone una intromisión vital, en cierto modo, aunque nosotros nunca podremos saber la verdad en ésa intrahistoria tan personalísima que adorna los perfumes. Luis y los suyos sabrán, nosotros tan sólo podemos asomarnos a esa ventana y disfrutar de la mera recreación; incluso podríamos identificarnos con el olor y traer de vuelta algunos de nuestros fantasmas pasados, o simplemente construir una fata morgana, una ensoñación de un tiempo que no fue, que no es nuestro. Qué más da.

De los cuatro me quedo con Lume, que es para mí el más logrado, quizás el que más se acerca a mi gusto personal. Es una creación que entiendo impecable: maderas nobles levemente ahumadas, dispuestas con un precioso acorde suave de cuero y tabaco. No es preciso nada más. Su fragancia cálida y acogedora se mantiene como un nimbo comedido pero perseverante y tenaz en derredor, vistiéndonos con halos superpuestos leñosos y fragantes, tiernos y gentiles. Nada hay aquí sofisticado o rompedor, tampoco novedoso o dotado de una originalidad alborozada, pues, simplemente, el concepto narrativo, el hilo de plata que nos engarza con las luces y sombras del pasado, no precisa de modernidades, tal vez sólo añoranza o qué sé yo.

Les animo a que descubran estos perfumes, que pueden explorar en su página web.

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  1. Laura

    Como medio gallega morriñosa que soy esta reseña me ha dejado tocada. Yo vivo por y para la nostalgia ,es la sensación más agridulce que existe, el recuerdo idealizado del pasado. En fin, habrá que probarlo.

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