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Thousand Lakes

Hace ya unas semanas ponía yo a caer de un burro a una fragancia de la casa V/siteur de cuyo nombre no quiero acordarme. En realidad mi crítica podía parecer acerada pero no lo era tanto, aunque reconozco que tengo una forma de escribir que puede resultar un tanto ácida, y lo es más cuando estoy fatigado a resultas del tráfago de mis muchas obligaciones. También me incomoda a veces la exageración interesada, eso que ahora llamamos, perdón, que llaman ustedes que no yo, «hype», tomando prestado uno de esos insidiosos barbarismos, con lo rico que es nuestro amado idioma, cuyos modismos y vocabulario no tienen parangón en toda la cristiandad. Líbreme, oh señor, de emplear semejante palabro. Pues eso, que me exaspera la hipérbole de algunos reseñadores de la cosa, esos quitamotas inverecundos; y allá que voy yo a «desfacer entuertos».

Pero, hétenos aquí, que hay cosas interesantes en la casa de estos chicos de Estocolmo, con el señor Janne Rainer Vuorenmaa, que de seguro me odiará (qué diantre, no habrá leído mi reseña, para su alivio), a la cabeza. Y es que está por ahí Thousand Lakes, creada por una tal Marie Schnirer de la que he leído u oído poquito, estólido y desavisado que es uno. Bueno, pues haciéndolo simple y sin entrar en camisa de once varas, y también según lo que podemos leer o entrever en la narrativa que la propia casa comparte en su página oficial, Thousand Lakes trata de emular las sensaciones de lanzarse desnudo a un lago de aguas oscuras, tras corretear como Dios nos trajo al mundo por entre los abedules, para después volver raudos al calor de la sauna. El nombre de la fragancia es, como resultará obvio, un guiño a la célebre región finlandesa de los mil lagos, en el centro y este del país. Y si le echamos la nariz al perfume descubriremos un bonito acorde bien compuesto que recrea de maravilla la escena que tan vívidamente ya habrán imaginado y almacenado en las convoluciones de su sesera. Destaca la madera de abedul, el cuero y un toque ahumado que en ningún momento llega a ocluir la evolución de sus fragantes hermanos amaderados. Apenas detecto el ruibarbo o la grosella, pues no percibo asomo de dulzor; tampoco el humo se presenta envuelto en la acrimonia habitual de otros composiciones sahumadas. Todo está en su sitio y es correcto, bonito y evocador, que es de lo que se trata. Aunque no es nada del otro mundo, me gusta, me parece magnífico, y no puedo decir otra cosa porque les mentiría, así que les recomiendo que prueben Thousand Lakes.

Amenazo con probar la otra fragancia en discordia de esta casa, Beach Bizarre

Eh, compré las muestras de las tres fragancias, así que estas reseñas mías se basan en las mismas.

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