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Opinión

El término «oriental» en la perfumería y la cultura de la cancelación

Hace no mucho tiempo podía leer en el conocido y renombrado blog sobre perfumería Ça fleure bon una entrada firmada por su editora jefe (así autodenominada, de la manera pomposa habitual de este blog y su responsable), Michelyn Camen, en su estilo bonachón y simplón, donde glosaba sus fragancias favoritas del año al alimón de un tal Ermano Picco, que no sé muy bien quién diantre es y tampoco me interesa lo más mínimo. La verdad es que su selección también me resultó prescindible, pues de un tiempo a esta parte todo lo que podemos leer en este rincón, quitando aquellas entradas que son meras transliteraciones de notas de prensa, destila ese buenismo bobalicón tan en boga en lo online en este mundo posmoderno nuestro, ahíto de tonterías, demostrándose siempre como un lugar aspiracional, caracterizándose por un discurso acrítico y siempre benevolente, dulce y adulador, con evidentes intereses comerciales espurios, aunque legítimos. La portada de la página ya parece un badulaque, repleto de anuncios y logos, aparte que el diseño general del mismo es terrorífico. En fin, pero volvamos a lo que nos interesa, y era en concreto un párrafo que les reproduzco a continuación en una captura:

Exacto, Michelyn ha decidido que referirse a un perfume como «oriental» es algo denigrante, casposo, desfasado e inaceptable, y espera que nadie use el término de marras este próximo año. Ya de por sí la manera tan tajante de exponer su parecer es sorprendente, aunque esta movida no emana de Michelyn, no da para tanto, ella lo que hace es subirse a un contubernio que se iniciara este pasado verano, una mecha que prendió una tal Yosh Han, fundadora de la casa de perfumes YOSH, que afirma ufana basar la creación de sus perfumes en los cimientos de la numerología y la energía de los chakras, dos solemnes estupideces que casi se rebaten solas, pero que voy a molestarme en señalar, aunque es bien sabido que la numerología es una burda patraña sin base científica, que pretende descubrir el significado oculto de los números y su influencia en la vida humana. Dado que los números no tienen significados ocultos y dado que los números por sí mismos no pueden tener una influencia significativa en la vida de nadie, la numerología no es más que una superstición disfrazada de ciencia o arte. Lo de los chakras es más de lo mismo, pues esa supuesta energía de los chakras no se puede medir científicamente, nunca se ha podido probar en condiciones de laboratorio ni nunca se podrá, por más que algunos chamanes de estos hayan intentado conectar los chakras con órganos físicos como la glándula pineal y el timo… ¡eso es: un timo! porque es otra pamema para engañar a la pobre gente y sacarle los cuartos. Es que no quiero hacer sangre, pues ya estoy rondando sino incurriendo directamente en argumentos falaces ad hominem, pero es que me lo ponen a huevo. Y digo esto último porque en la propia página de YOSH podemos ver un delirante vídeo de su responsable, la tal Yosh Han, supuestamente «leyendo el aura» de una periodista para componer su perfume o alguna chorrada por el estilo. Para mear y no echar gota. Bien, pues esta señora inició esta cruzada para cancelar el palabro de marras. Luego fue seguida por otras luminarias de la perfumería artística de andar por casa en zapatillas, como una tal Dana El Masri, perfumista radicada en Montreal, cuyo leitmotiv, según declara en su página web, no es otro que, y cito literalmente, traduciendo de manera fidedigna su ambicioso propósito: cambiar el carácter eurocéntrico (sic) de la perfumería por un universo de narrativas multifacético, multicultural y floreciente. Cerrando la brecha entre el olfato, el sonido y la cultura, iluminando a las personas sobre su propio sentido del olfato. Dana también declara su intención de ¡educar! a la gente en temas de cultura e identidad, ¡toma ya! En fin, la cháchara habitual, retumbante y presuntuosa. A Dana, la educadora con ínfulas, y a la alegre lectora de auras del vecino, se suman otras mentes preclaras y avanzadas a su tiempo como la de Jane Daly, que tiene un blog sobre cosmética en el que se autodenomina como gurú de la belleza —¡sí, esto mejora según leemos!—; más una joven escritora de tres al cuarto, Madelyn Chung, y alguna otra u otro u otre que me dejo en el tintero. Toda esta tropa incluso se permitió lanzar un comunicado amenazando a las grandes casas de perfumería y medios de comunicación con acciones de represalia si éstas, todas ellas, no eliminaban esta palabra, ahora maldita, para catalogar sus perfumes. Es decir, quieren cancelar a todo aquel que no trague con su propuesta, así de sencillo.

Pues bueno, como decíamos al principio, la buena de Michelyn se ha puesto a la cabeza de esta caterva de inquisidores de la cancelación para señalar a los recalcitrantes racistas que nos empeñemos en pensar por nosotros mismos. Es la nueva Policía del Pensamiento orweliana, la Thinkpol, cuyo jefe supremo lee el aura y cree en la numerología, tócate Roque… En fin, pero ahora, en mi efectismo típico les diré que puedo estar incluso de acuerdo con lo que apunta esta celebrada y afortunada reunión de talentosas mujeres de privilegiado intelecto preternatural, tocadas con el don de la energía metafísica y campanuda de los chakras míticos (si esto no es un cliché oriental cutre que me aspen como a San Andrés). Y ahora, en un movimiento que de seguro les sorprenderá, voy a matizar mis palabras, para no quedar como un talibán y ser paseado al alba por un escuadrón de la muerte integrado por yoguis hasta arriba de té chai. En realidad a mí me resulta indiferente emplear la palabra «oriental» u otra cualquiera que pueda sugerir la Thinkpol, con tal de que un posible interlocutor no resulte ofendido, aunque tengo mi opinión al respecto y mis reticencias lógicas, pero por mor de la tolerancia y mi empatía natural puedo llegar a condescender. Y puedo llegar a hacerlo siempre que se alcance un consenso general, tras una puesta en valor de argumentos en contra y a favor, tras un dialogo mesurado, lógico e inteligente, desapasionado o libre de toda visceralidad. Pues lo que verdaderamente me molesta de todo esto es la estúpida superioridad moral que destilan estos posicionamientos públicos. No dejan espacio a diálogo alguno: son drásticos, ilógicos e intolerantes. Hacen justo lo que denuncian: señalan, apartan y amenazan con cancelar a todo aquel que se muestre independiente y piense por sí mismo. Esto es lo que me enerva. Y además, le dicen a usted, lector, nos dicen a todos lo que tenemos que hacer y pensar, mientras ellos mismos tienen sus textos trufados del mismo vocablo que ahora denuncian, cuando no de sandeces y timos como la numerología y la palabrería hueca e inane recurrente, superficial, somera y necia. Heraldo del más casposo y adocenado borreguimos del correveidile de la corrección política jacobina de rigorismo moral.

Ah, dejaré de usar el término señalado y mancillado cuando Michelyn elimine la palabra de marras de todas sus entradas, porque su blog rebosa de usos de esta palabra para definir cientos de perfumes. Ah, y espero que pronto comiencen a quemar libros que empleen la palabra ahora maldita, empezando por los de Turin, que la usa con profusión. Va a ser un espectáculo muy edificante y divertido, como todos estos aquelarres tan en boga en estos tiempos de realidad líquida, de posmodernidad camp. ¡Que empiecen los juegos del hambre!

Como decíamos ayer: ¡sin novedad en el frente ORIENTAL! Ya podéis venir y cancelarme, aquí os espero…

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