Histoires de Parfums es una de mis casas predilectas, como podrán atestiguar si me siguen desde hace ya algún tiempo. Sus fragancias descollan por la sublime brillantez de sus composiciones, magníficamente ejecutadas y dirigidas por el genio creativo que se esconde tras la persona de Gérald Ghislain. Y entre todo su catálogo, ya muy prolijo, destacaría 1725 Casanova, pues se me antoja como uno de los mejores fougère modernos ahí fuera. Y por si fuera poco, sabiendo que los fougère pasan por contar entre mis tipos de perfume dilectos, la narrativa de la casa francesa relaciona el mismo con un personaje tan interesante como Giacomo Casanova, el veneciano universal, para algunos considerado el primer escritor costumbrista.
Casanova nació, efectivamente, en 1725, y moriría unos setenta años después, dejando tras de sí una copiosa obra literaria, contenida en cuarenta y tres obras, entre novelas, libelos, poesías, epistolarios y memorias, destacando entre ellas La Refutación a la «Historia del gobierno veneciano» de Amelot de Houssaie (1769). Pero sin duda, la obra de Casanova que ha llegado a nosotros con más fuerza, la más vigente, no es otra que su propia autobiografía: La Historia de mi vida, más conocida con el título común de Memorias de Casanova, su obra más extensa y en cuyas páginas, que se leen con interés y no poco divertimento, disfrutamos de sus aventuras y desventuras, como libertino, aventurero y viajero, dotado de una inusual sagacidad para extraer análisis certeros, algo cínicos, sobre la naturaleza humana. No en balde, su trayectoria vital, sus viajes, idas y venidas por entre las cortes más reputadas del Antiguo Régimen lo convierten en un notario cotidiano de una época crucial y turbulenta en los albores del paulatino desleimiento del Antiguo Régimen y el advenimiento del mundo moderno. Trocando sus pasos, entremedias de sus saltos de cama en cama, con no pocos de los personajes de mayor relumbrón de su tiempo, dando cuenta en sus memorias de dichos episodios. Así son dignos de mención en sus remembranzas notables de la talla de Rousseau, Benjamin Franklin, Voltaire, Madame de Pompadour, Mozart, Goethe, Catalina II de Rusia y Federico II de Prusia, entre otros afamados personajes. En definitiva podríamos hacer nuestras las palabras del príncipe José de Ligne cuando dice de él:
«… Su prodigiosa imaginación, la vivacidad de sus descripciones, sus viajes, todas las ocupaciones que ha tenido, su firmeza ante la falta de todo bien moral y físico lo convierten en un hombre raro, precioso de conocer, digno incluso de consideración y de mucha amistad para los pocos que obtienen su favor«.

Volviendo a lo que nos interesa, la fragancia propiamente dicha, es en verdad una maravilla de esta casa parisina, que no deja de sorprender con composiciones tan refinadas como bien mezcladas. Destaca una parte dulce característica anisada que aporta un necesario toque de modernidad. Deliciosa salida cítrica donde la bergamota aporta ese contrapunto punzante que se requiere para equilibrar la lavanda, que aparece siempre bien mecida en brazos de un acorde avainillado y almendrado de una elegancia notable; faltaría un poco de musgo de roble para alcanzar la entidad canónica de un fougère clásico, inmarcesible, pero no es necesario, porque todo el entramado precedente, conjugado con la habilidad precisa, deja de fondo un toque suavemente atalcado, con atisbos enmaderados y sandalinos. El desempeño es superior y su secado sencillamente magnífico. Junto a 1740 Marquis de Sade o 1899 Hemingway, así como la trilogía del nardo (Capricieuse, Virginale y Animale), de lo mejor de esta casa. Imprescindible.
NOTA: El cuadro que corona esta entrada es obra Anton Raphael Mengs, fechado en 1870. Esta reseña está hecha en base a una botella de 120 ml de mi colección, la que pueden ver en la foto central. El libro que se atisba bajo ella es uno de los relatos favoritos de un escritor soberbio al que admiro, Lovecraft, El Horror de Dunwich (ed. bolsillo de Alianza Editorial).
Apéndice: 1725 Casanova es una de mis fragancias favoritas. La empleo siempre a la mañana, tras un buen afeitado tradicional, durante todo el año, cuando quiero dar una impresión de limpieza, asepsia, entereza de ánimo y personalidad. Aunque yo la veo enteramente unisex, dada su dulzura en su corazón y fondo; es un perfume afable, rebosante de bondad.