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Opinión

La equidistancia

Desde que el pasado 24 de febrero se desatara la cruenta guerra en Ucrania, cuando tropas rusas penetraron en el país por varias direcciones, con el afán de controlar el mismo y derribar el legítimo gobierno elegido de manera democrática, la situación ha cambiado para peor, dramáticamente, en nuestro mundo. Todo esto, valga puntualizar, sin mediar provocación alguna, y considerando la situación de guerra soterrada que venía produciéndose en el este y sur del país desde 2014, con la sublevación de buena parte de las provincias de Donetsk y Lugansk, en la región del Donbass, apoyada y financiada por la Federación Rusa; amén de la toma incruenta de la península de Crimea, saltándose a la torera todas las leyes internacionales habidas y por haber, con la estúpida complacencia internacional, que no supo entonces responder a esta agresión militar.

En un mundo hiperconectado como el nuestro, globalizado, con estrechas relaciones internacionales y frágiles redes de comercio transnacionales, en definitiva, países interconectados por los mercados, supeditados a la necesaria solidez política y social, garantía de la imprescindible estabilidad para evitar disensos e interrupciones en los flujos de materias primas, ya de por sí tocados de gravedad durante la pandemia y aún en proceso de recuperación, un evento de la magnitud del que estamos viviendo, no hace más que agravar una situación ya per se preocupante, especialmente en el equilibrio mundial energético, pues Rusia es uno de los principales exportadores de crudo y gas en el mundo.

Según se suceden los acontecimientos, y atendiendo a la gravedad injustificada, atroz y bestial de la actuación militar rusa, con ataques indiscriminados sobre población civil indefensa, con el empleo ya demostrado de armas prohibidas como artefactos termobáricos y explosivos de submuniciones (bombas de racimo, prohibidas internacionalmente según la conocida como Declaración de Oslo), la gravedad y entidad de las sanciones económicas debía hacerse patente, y más después de conocer que una posible intervención militar directa podría escalar la situación y desembocar en un conflicto global entre naciones con enormes arsenales nucleares, tanto de uso táctico como estratégico.

Así pues, la imposición de sanciones económicas, refrendadas por una ingente cantidad de naciones, ha tenido como efecto secundario el que muchas empresas se sumen a ellas, restringiendo o paralizando sus negocios en Rusia, cuando no retirando a su personal o cerrando sus comercios, tiendas y canales de distribución. Hoy cientos de las mayores multinacionales se han sumando a este proceso, y otras cientos de empresas más pequeñas harán lo propio antes o después, pues las sanciones impuestas por los gobiernos entorpecen el comercio con la Federación Rusa, pues incluso se ha expulsado del sistema de pagos bancarios SWIFT a un gran número de las entidades financiera y bancarias más importantes del país. Sin contar el cierre del espacio aéreo para aeronaves rusas y el embargo de bienes.

Como no podía ser de otro modo, y es lo que nos interesa aquí, esta situación también afecta a empresas de perfumería, sobre todo perfumería selectiva o nicho de lujo, que había visto crecer sus ventas sustancialmente en el mercado ruso de un tiempo a esta parte. Algunas de ellas ya han empezado a tomar partido, de la única manera que alguien sensato y con valores podría hacer, vista la violencia criminal e inhumana que los rusos están demostrando en esta horrible guerra, posicionándose junto al agredido injustamente, con el débil frente al agresor. Sin ir más lejos, en un ejemplo de valentía e integridad, la marca Puredistance anunciaba hace unos días que dejaba de vender sus productos en Rusia, con un comunicado público que me he permitido traducir para ustedes:

En nuestra empresa creemos en la democracia, la libertad y las soluciones pacíficas y, por lo tanto, rechazamos por completo las acciones del gobierno ruso y bielorruso y las personas que siguen sus órdenes.
Dejamos de vender a Rusia y Bielorrusia, porque no podemos aceptar que nuestro perfume pueda terminar en manos de las personas que comenzaron esta guerra o están activamente involucradas en esta guerra. Al mismo tiempo, nos gusta decir que los clientes de Rusia y Bielorrusia que conocemos están totalmente en contra de esta guerra, esta no es su guerra.
Esperamos que esta guerra llegue pronto a su fin, porque los agresores se darán cuenta de que no pueden ganar con la inmensa presión del resto del mundo y seguramente no pueden ganarse los corazones del pueblo ucraniano de esta manera.

No cabe añadir nada más. Para mí es un ejemplo de dignidad personal y profesional. Otros colectivos relacionados con nuestro mundo de la perfumería se han pronunciado de manera más o menos afortunada, algunos tomando riesgos muy calculados, tal vez demasiado, rozando la equidistancia. Pero hay otros que, en un ejercicio vergonzoso de cobardía, de indecorosa pusilanimidad, evidenciando su avaricia desmedida y su falta de ética alguna, han elegido posicionarse de hoz y coz en la equidistancia más repugnante, como la empresa de Tiziana Terenzi, que puso en sus redes este comunicado:

Claro está, aparte de la inmoralidad evidente de este escueto alarde de cinismo, lo que se esconde tras él es el oscuro propósito de conservar sus intereses crematísticos en el país. Aparte de sus acuerdos comerciales para vender sus perfumes allí, como podemos ver en sus redes sociales, Paolo Terenzi colabora con varias empresas rusas de perfumes para desarrollar sus líneas, como la recientemente creada DiVina Terra, filial de DiVina Belleza, o las líneas de perfumes de Maori, creadas por Paolo Terenzi, propiedad de Rive Gauche, una importante empresa de perfumería de lujo rusa que distribuye allí sus creaciones.

Conste que es enteramente legítimo que esta empresa trate de mantener su negocio, obviamente, como lo es denunciar la inmoralidad inherente a esta decisión, superponiendo cobardemente su propósito crematístico a la cruda realidad. Sólo espero de corazón que sus negocios allí se vean interferidos, cuando no interrumpidos, para que haya un mínimo atisbo de justicia en este mundo atrabiliario y cruel, no sólo ya de parte de este tropa infame y cobarde, sino de todos los que no se posicionen claramente contra la barbarie y la guerra, sea quien sea que la provoque, desde Yemen a Ucrania, Afganistán, desde Sudán a Etiopía o Mozambique, Siria, Oriente Próximo, el Sahel o el Sáhara Occidental, o cualquier otro lugar donde se derrame sangre inocente. Paz y justicia para todo el mundo.

Yo he tomado la decisión de no comprar jamás ninguna perfume relacionado con esta empresa de sátrapas, a no ser que se manifiesten de manera inequívoca contra este conflicto.

A día de hoy, Hermès, Cartier, Chanel, Montblanc, Van Cleef & Arpels, Buccellati y Chloé, entre otras, han paralizado sus operaciones en Rusia. Espero que esta lista crezca y crezca y crezca…

NOTA: La foto que encabeza esta entrada muestras a los ciudadanos de Kiev refugiados en el metro de la ciudad para protegerse de los bombardeos indiscriminados rusos. La foto obra bajo una licencia Creative Commons, proveniente de las instituciones municipales de la capital ucraniana: attribute kmr.gov.ua.

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