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BERLIN(H)ER, o el olor de la Flakturm II

Esta fragancia me trae recuerdos muy agradables. Creo que fue en 2018, en uno de mis viajes a esta ciudad que tanto amo y que este perfume trata de homenajear, Berlín. La empleé mientras pasaba unos días explorando la ubicación de las célebres torres flak (Flaktürme) de la capital alemana. Soy un estudioso de la historia militar, en especial de la Segunda Guerra Mundial, y allá donde voy busco reliquias y restos históricos del pasado, recorriendo los campos de batalla. En esta ocasión trataba de localizar las posiciones de las tres Flakturm berlinesas, si bien la sita en Tiergarten (Falkturm I) desapareció por completo en sucesivas demoliciones, aún se pueden encontrar vestigios de la Flakturm II en el Volkspark Friedrichshain y de la Flakturm III en Volkspark Humboldthain. Estas Flakturm o torres antiaéreas, era enormes moles fortificadas dispuestas con cañones antiaéreos, que contaban también con refugios subterráneos para la población.


Bueno, a lo que iba, en mi viaje a la cosmopolita urbe germana, recuerdo usar un pequeño vial de esta fragancia mientras paseaba por el parque de Friedrichshain en busca de los restos de la Flakturm II. Recorría el sendero a la mañana, fresca y diáfana, mientras el sol despuntaba entre el ramaje de la floresta, en algunos lugares densa y de un verdor oscuro ominoso, según la bruma matutina se desperezaba y ascendía hasta desaparecer en mechones ajironados. Observaba los jóvenes robles y las hayas (la inmensa mayoría de los más de 200.000 árboles de los parques de Berlín fueron talados tras la guerra para usar su madera en las estufas, se estima que solo unos trescientos árboles sobrevivieron a la guerra y la postguerra), azaleas, ginkgos y esbeltos tilos. Mis pulmones rebosaban de un aire frío pero pulcro que exhalaba en bocanadas entonces tibias. Tras algunos minutos deambulando sin rumbo, di con lo que estaba buscando: «Mont Klamott», la montaña de escombros, o también conocida como «Großer Bunkerberg». Al concluir la guerra, las dos colosales fortificaciones antiaéreas fueron demolidas y cubiertas de tierra. El paso del tiempo tachonó sendas colinas de vegetación y arbolado; pero si uno busca alrededor todavía puede ver afloramientos de las estructuras de hormigón originales, cubiertas de grafitis. Y es con este recuerdo con el que me quedo y asocio al mismo esta fragancia, esto es: mi paseo a la mañana en pos del pasado trágico.

Es una composición etérea, atmosférica, extraña, verde y difusiva, connotada en su fondo con un deje amaderado. No dejo de pensar en cuán adecuada resultó poder vestirla otrora, en aquel lugar, en aquella ciudad maravillosa preñada de la dramática pesadez de la historia. Pude conjurarme con la misma, para protegerme del inevitable encontronazo con la ruinas del pasado. Y su olor, fulminante y ozónico, encendido de albores oxigenados, de hormigonados afloramientos de los días malditos de la historia, todo encerrado en el verdor profundo, vivo de olvidos y pesares, es el propio de aquella torre de muerte sepulta y calma.

NOTA: La foto que encabeza esta entrada es la propia histórica de la Flakturm II demolida y en proceso de ser cubierta por tierra para ocultar las ruinas. La instantánea del perfume es la propia promocional de la casa Parfumerie Particulière.

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