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La rosa que nunca estuvo allí

Mavive es una empresa dedicada al mundo de la cosmética y la perfumería selectiva creada por Massimo Vidal en 1986, sita en la ciudad de Venecia. Desde los ochenta, esta casa ha ido sumando marcas y licencias a su catálogo, algunas de ellas con gran raigambre, como Pino Silvestre. En 2013 crearon una marca propia para desarrollar perfumes selectivos y «artísticos» de gama alta, a la que llamaron The Merchant of Venice. He podido probar buena parte de los perfumes de esta casa y hay en verdad muy pocos que destaquen, a pesar de los bonitos diseños de sus botellas, fabricadas, según afirma la empresa, con cristal de Murano. La que que traigo aquí, Rosa Moceniga, me llamó la atención en su momento gracias a su interesante narrativa, pues según podíamos saber, la misma trataba de recrear el olor de una rosa muy particular con una historia tras ella que merecía la pena explorar. Según la descripción oficial, la rosa moceniga es en verdad una flor rara y preciosa, una rosa veneciana con una larga historia. El nombre proviene de una antigua familia veneciana, propietaria de una residencia histórica en Alvisopoli: los Mocenigo, de origen lombardo —aunque algunos historiadores enclavan su procedencia en Dalmatia—. Hasta siete de sus miembros fueron dogos de Venecia; Giovanni Mocenigo trabajó para el Papa Clemente XII, y otros destacados Mocenigo desempañaron importantes papeles históricos, como almirantes, generales y mercaderes de inmensa fortuna. Quizás el más reconocido de los Mocenigo no fue otro que Alvise I Mocenigo (26 de octubre de 1507 – 4 de junio de 1577), dux de Venecia desde 1570 hasta 1577. Destacado diplomático de la República de Venecia en la corte del emperador Carlos V (1545), del papa Pablo IV (1557) y nuevamente en la corte imperial (1564). En 1567 fue candidato a la elección como dux, pero perdió ante Pietro Loredan. Volvió a participar cuando éste último murió, y fue elegido dux de Venecia en 1570, durante cuyo mandato se produjo la batalla de Lepanto, el 7 de octubre de 1571. Ah, su dogaressa fue la erudita Loredana Marcello. Fue precisamente un descendiente de Alvise Mocenigo, con su mismo nombre, quien construiría la ciudad de Alvisopoli, muy cerca de Venecia. Durante más de doscientos años, la finca de la familia Mocenigo allí sita contó con un exquisito jardín de flores, dispuesto con raras especies traídas desde todo el mundo. Entre ellas destacaban las rosas de china, que Lucía Mocenigo, íntima amiga de Josefina Bonaparte, consiguió para enriquecer su ya de por si ubérrimo jardín. La emperatriz era conocida por su amor por la botánica, y en particular por las rosas, que cultivaba en su lujosa finca de Malmaison. Entre 1804 y 1814, la emperatriz Josefina fue engrosando su fabulosa rosaleda, la más grande del mundo, insuperable hasta la creación de la colección de Sangerhausen en Alemania y la propia de L’Hay, en las afueras de París, casi un siglo después. La colección estaba compuesta por unas doscientas cincuenta especies y variedades, incluyendo sesenta y siete rosas gallica (rosa francesa), veintisiete centifolias, veintidós provenientes de chinas, nueve damascenas, ocho albas, cuatro spinosissimas, tres luteas (banksiae), varias de rosa almizcleña (moschata), de rosa carolina y setigera.

Según podemos saber, la flor de marras, quiero decir: la rosa moceniga, se caracterizaba por un color rosa sedoso ligeramente teñido, poseyendo un aroma fuerte y afrutado, algo que encontramos en esta composición, que duda cabe, pero entretejido de manera rudimentaria, derivativa y en verdad falta de integridad o consistencia para con lo que pretende reproducir.

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