Soy un fanático de la obra de Ian Fleming, creador del mítico James Bond, cuya figura y trasfondo serviría de cimiento para la ingente cantidad de obras derivadas, fundamentalmente largometrajes, que ya suman la friolera de veinticinco, empezando por Dr. No en 1962 y terminando en Sin tiempo para morir (2021), hasta la fecha. Fleming trabajó para la Inteligencia Naval de Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial, viéndose envuelto en la planificación de operaciones especiales de contrainteligencia (Operación Goldeneye), misiones de sabotaje e infiltración tras las líneas enemigas, así como la supervisión de unidades encubiertas. Toda esta experiencia de primera mano serviría para dar color, profundidad y detalle a su obra escrita, algo que queda patente al lector ocasional. Además, es notable su manejo de los usos y maneras de la alta sociedad, ambiente en el que se mueve como pez en el agua nuestro agente secreto con licencia para matar.
Como podrán imaginar, este personaje tan carismático es un excelente vehículo comercial de alcance universal que ha propelido miles de productos muy diversos de merchandising, y cómo no entre ellos se encuentra el perfume. Ahora la prestigiosa casa Floris británica se suma a esta marabunta ofreciendo una fragancia conmemorando el sesenta aniversario del estreno de la primera película de la saga, Dr. No, con este perfume de estructura muy clásica, perfecto para encajar en el estereotipo de caballero inglés impecablemente vestido con traje a medida, expedito e implacable, siempre dispuesto con su Walther PPK, un Omega Seamaster en su muñeca y un montón de cachivaches del departamento Q. El perfume, como decía, es un cítrico ambarino muy clásico, con un toque floral ácido de geranio y clavel y poco más. Nada nuevo bajo el sol, pero sirve a las mil maravillas a su propósito. Me barrunto que seremos muchos los que lo compraremos simplemente por el personaje que evoca y no tanto por la fragancia.
