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Nuit de Bakélite, Naomi Goodsir

Uno se acerca al catálogo, escueto, de Naomi Goodsir y queda perplejo por la calidad de sus propuestas, y por la excelencia de su dirección artística. Tenemos obras magníficas que descollan con luz propia, como Cuir Velours de Rasquinet (me encanta este perfumista, estoy enamorado de su The Moon para Frederic Malle) y Bois d’Ascese, también del señor Rasquinet. Nuit de Bakélite (Isabelle Doyen) destaca como un neón verde en un oscuro bulevar poco antes del amanecer, justo cuando la noche es más oscura. Y hay algo malvado en este líquido en verdad. Es verde e intenso, procaz y acedo, deslenguado y sensual. Es difícil describir. Una de las más enigmáticas y misteriosas fragancias creadas en los últimos años. Antes de profundizar más en la misma, les recomiendo encarecidamente explorar todos los perfumes en la línea de Goodsir, pues aparte de los mencionados, descubrirán Iris Cedre (Rasquinet) y Or du Serail, del maestro Bertrand Duchaufour, otro de mis favoritos. Todos ellos, y pueden creerme, resultan a su modo maravillosos, perfumería de autor verdaderamente artesanal, con una cuidadísima dirección artística. Sublimes.

Nuit de Bakélite, la maravilla de nardo preternatural de la Goodsir. Astringente y amarga con la misma protervia que el denatonio: difusiva, esotérica, alquímica, narcótica e invasiva. Una verdadera maravilla, y un hito de lo que en verdad debería ser la perfumería de vanguardia, avant-garde, sin pretenciosidad ni artificios, y sin recurrir a lo kitsch, lo chabacano o estupideces teatrales. El empaquetado denota clase, así como la sencillez de la fuente empleada y su etiquetado.

Es un nardo diferente: verde crujidero, feral, salvaje. Un acorde molecular sintético pseudo-aldehídico extremadamente potente empero genuino y mixturado con verdadera maestría, ¡pericia, lector, genuina pericia! Hierba segada, húmeda, quebrada, latiguda, restallante como la fusta de una dominatrix. Un acorde diabólico de nardo y artera angélica, sin olvidar una artemisia medicinal de insumos quirúrgicos, que domina toda la composición con puño de hierro. Pero a quién le importa, siendo dicho acorde tan maravilloso. Quiero denotar que el nardo aquí presente es joven, de tallo duro, color verde esmeralda, y su flor nívea y pura sin mancha, sin asomos de gualdo estertor. Su olor a gasolina, poliestireno floral gelatinoso, nafténico y palmítico, como a mí me gusta. Nada dulce.

Nuit de Bakélite es un fenoplástico aromático mecanizado. Pero yo no deseo desvelar sus misterios. Así es perfecto. No pretendo entender por completo la relojería de este perfume, a otro perro con ese collar. Ha de restar incompleto, inconexo y desconocido. Ya sólo aspiro a que me duela, a que reste años a mi necrológica, que me rasgue por dentro y haga de los jirones de mi alma una cuerda para escapar de mi vida. Quiero soñar, acertar al elegir el perfume equivocado. Marrar el último disparo; fracasar en la penúltima bocanada que precede al estertor del clímax letal. Creo que no es mucho pedir.

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  1. ALTAICA

    «Ya sólo aspiro a que me duela, a que reste años a mi necrológica, que me rasgue por dentro y haga de los jirones de mi alma una cuerda para escapar de mi vida.» Magistral. Exquisito. Sí señor.

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