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Nicho

Au Coeur du Désert

Andy Tauer es un perfumista procedimental, meticuloso, cuidadoso, capaz de diseccionar sus acordes como si de pruebas se tratara en una investigación forense, sirviéndose de una suerte de bertillonage de los materiales empleados con su habitual pericia. Y no hay mejor ejemplo de esto que digo que Au Coeur du Désert, una iteración de su célebre L’Air du Desert Marocain que se nos presenta más abundoso, cálido si cabe, cuando no abarrocado, abofado.

Me parece natural quedar abismado cuando uno tiene la oportunidad de acogerse, como abroquelado, bajo este corazón palpitante, que pareciera el delator de Poe, y nosotros un trasunto de su protagonista que, tal como Roderick Usher, sufriera una hipersensibilidad que magnificara nuestra percepción. El ámbar, magnífico, resinoso, levemente dulce pero no craso, predomina en su formidable secado, pero antes de llegar allá, como envueltos por un ábrego que preludiara lluvias y arrastrara a su vez el aroma de finas especias presentadas en coloridos montículos sobre cuencos ajados parduzcos de arcilla cocida, pudiéramos imaginar lugares allende de nuestros sueños, lejanos y misteriosos.

Cambiando de tercio, muchas veces la narrativa de las casas de perfumería resulta abstrusa, cuando no inaccesible o estúpida. Sus presentaciones, y me refiero a la forma en que sus productos llegan al cliente, aparentan excesivamente recargadas, acaireladas casi, cayendo en lo ridículo, en lo kitsch, cuando no en lo chabacano. Tauer es un ejemplo de contención, del utilitarismo práctico tan suizo, con un embotellado original (aunque tiene que mejorar urgentemente su difusor de spray, así como el cierre y ajuste un tanto forzado del tapón), y un packaging también muy personal y atractivo (sus peculiares botellas azules son fabricadas en España). Pero quizás lo más importante sea preservar un equilibrio justo entre la fórmula y su empaquetado. Bien es cierto que muchos de nosotros buscamos una presentación impactante, artística, cuidada, de diseño original; pero lo importante siempre es el jugo que se preserva, y el trabajo creativo, puramente artístico, compositivo, que le insufló vida. Y al respecto debemos admitir que Andy ha sabido encontrar este evasivo equilibrio. Muchas de sus creaciones descollan por calidad y mérito, aunque la que nos ocupa hoy sea quizás la mejor. Au Coeur es un icono moderno de la perfumería de autor que bien mereciera presentarse en su iconostasio, entre preces de prelados paganos para jubilo de los enamorados de la perfumería artística. Hoy nadie puede preterir esta obra, y si bien algunas de sus últimas fragancias no son de mi gusto (Phtaloblue me parece una ocurrencia innecesaria), el trabajo de este señor siempre debe considerarse, porque estoy convencido que nos legará otras composiciones que nos helarán la sangre.

Por último me gustaría destacar el carácter abierto y amable de Andy Tauer, del que algunos deberían aprender. Y también denotar su política de precios, que si bien no podríamos destacar como baratos, tampoco resultan excesivos mientras mantenga la calidad empleada en sus fragancias hasta la fecha.

Au Couer du Desert es una obra maestra moderna, una fragancia oriental especiada de libro, un clásico instantáneo del que se hablará mucho tiempo después de que usted y yo hayamos muerto. Como lo seguirán haciendo de Shalimar, Mitsouko o Iris Gris. Abundar más en ello es innecesario. Ya se ha dicho mucho de esta creación, y de forma más accesible y llana que la aquí presente. Pero, vamos.

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